miércoles, 14 de mayo de 2014

Pixies - Trompe le Monde (1991)


Ante todo debo reconocer lo que ya dije en el primer post de los Pixies, y es que hasta relativamente poco Trompe le Monde no me volvía loco, aunque sí me gustaba. Siempre fue mi menos favorito de los discos clásicos y ello me permitía la comodidad de decir que mi Top Pixies era el mismo que siguiendo el orden cronológico de publicación. Y quizá aún lo sea, pero ahora no tengo tan claro si lo prefiero a Bossanova, o al menos no hay tanta distancia entre ellos.

Veamos, Trompe le Monde viene a ser como los Pixies pasándose a un sonido casi hard-rock, pero eso sin abandonar su estilo propio. Hay muchos guitarrazos y los temas vuelven a ser tan ásperos como en los tiempos del Surfer Rosa. De modo que pasaron de su obra más pop a la más cañera de su carrera, curioso contraste. Uno de los aspectos que no me agradó demasiado es que la presencia de Kim cada vez se notaba menos. ¿Dónde están sus maravillosos coros que eran marca de la casa? ¿Y su envolvente sonido de bajo? Bueno, sigue ahí, pero más sepultada tras las guitarras de Black Francis y Joey Santiago. Supongo que es por eso que hay quien dice que Trompe le Monde es casi como el primer disco de Black Francis/Frank Black en solitario, pero discrepo del todo, más que nada porque por lo poco que he oído de sus dos primeros discos, suena bastante diferente a este álbum, o al menos me lo parece a mí.

En todo caso, cuando lo oí por primera vez me gustó pero no creó ningún vínculo especial conmigo como sí lo habían hecho los otros álbums. Lo rescataba, sí, pero mucho menos que los anteriores. Y este año de repente me he enganchado por fin a él, me he aprendido todos los temas y me he fijado en detalles que antes me pasaban desapercibidos. Por ejemplo, de algunos temas me había quedado con su inicio y no me di cuenta de que lo mejor estaba al final - en la misma línea me pasó hace poco con "No. 13 Baby", una de mis menos favoritas del Doolittle hasta que un día de repente, tras haberla oído miles de veces, me di cuenta de que la clave del tema está en sus últimos dos minutos instrumentales, los únicos que hay en todo el disco, que son uno de los momentos cumbre del mismo.


Un caso típico es el de "The Sad Punk", cuyo inicio tan bestia me echaba atrás pero, eh, es solo 1 minuto, los otros dos minutos son un cambio de melodía y tempo magníficos. Lo mismo me sucedió con "Space (I Believe In)", que empieza con unas guitarras casi de heavy metal, pero luego el cuerpo del tema sigue otros derroteros más interesantes con una melodía repetitiva magnífica.
Aún así, mi mayor descubrimiento es sin duda "Bird Dream of the Olympus Mons", uno de los pocos instantes algo tranquilos del disco que me parece absolutamente genial por cómo va subiendo de intensidad.

Mis anteriores favoritas por otro lado conservan su estatus: la chulísima "U-Mass", la excelente versión que hacen del "Head On" de The Jesus and Mary Chain y, por supuesto, "Motorway to Roswell", que siempre me ha parecido la mejor del disco y me reafirmo añadiendo que es una de las mejores composiciones de los Pixies en general.

Y aunque no pensaba comentar más temas sueltos me doy cuenta de que me he dejado muchos de los considerados clásicos del disco que son fantásticos, como "Planet of Sound" o "Alec Eiffel", pero es que en esa época Black Francis estaba inspiradísimo.


Tras el disco, la carrera de los Pixies llegó a su fin. El álbum vendió bien en Reino Unido mientras nadie le hacía caso en Estados Unidos pese al auge del rock alternativo, dieron una gira presentándolo y luego otra como teloneros de lujo para U2 (cabe decir en favor de los irlandeses que muchas veces se traían de teloneros a bandas que admiraban y que no eran muy populares, aunque no puedo evitar pensar que sería digno de fotografiar la cara de los fans del grupo cuando se encontraron con esos bizarros teloneros empezando su concierto con algo como "Rock Music"). Tras el mismo, Black Francis dijo en alguna entrevista que separaría al grupo antes de hablarlo con el resto y posteriormente llamó a Joey Santiago para decir que se separaban los Pixies. A Kim Deal y David Lovering les avisó por fax. No destacaba mucho por tener tacto, no.

A partir de aquí ya saben, una carrera corta pero impecable e influyente que les elevó al estatus de leyenda.

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