domingo, 15 de septiembre de 2019

Motorpsycho - Dababa (San Sebastián), 13 de septiembre del 2019


Es curioso constatar la enorme diferencia que hay en ocasiones entre el estatus que tiene un grupo a nivel global y el que tiene para uno mismo. Y con esto no me refiero únicamente a aquellas bandas hacia las que uno siente cierta debilidad pese a no ser muy conocidas, sino a casos en que incluso valorando la carrera de dicho grupo desde cierta distancia/objetividad uno no puede evitar preguntarse por qué esos músicos no son más valorados. No es menos curioso que los que considero los mejores grupos de las últimas décadas provengan de Escandinavia: los suecos Dungen, de los que he hablado largo y tendido y que ya considero uno de mis grupos favoritos en general, y los noruegos Motorpsycho, que si bien llevan en activo desde principios de los 90, su carrera en el siglo XXI me parece de las mejores que conozco.

Detengámonos a examinar a los segundos: treinta años en activo, más de veinte discos en estudio (¡se dice rápido!), una interesantísima carrera en que han ido coqueteando con diversos géneros (rock alternativo, hard-rock/heavy metal, psicodelia, progresivo, incluso un poco de fusion...) y una fama más que respetable a nivel underground. ¿Por qué no son más conocidos? Su música es indudablemente de calidad, sus discos venden razonablemente bien, tienen un directo apabullante y aunque a finales de los 90 tuvieron un moderado éxito, finalmente se quedaron en una posición más de culto. En consecuencia, un grupo que para mí (dejando de lado gustos, dentro de lo posible) debería estar haciendo giras en salas grandes lo cierto es que solo consigue llenar ese tipo de recintos en su país local (¡qué menos!) y que en el resto de Europa siguen anclados en el circuito de salas pequeñas. Por un lado es una pena, pero por el otro los miembros de la banda parecen cómodos en esta posición sin las presiones que van acompañadas de llegar a un público más grande y con unos pocos seguidores pero fieles repartidos por todo el continente.

Supongo que ante tal número de discos grabados la inevitable pregunta que le viene a uno es cuántos merecen realmente la pena y cuántos son realmente buenos, pero he aquí uno de los rasgos más loables de Motorpsycho: en estudio tienen una consistencia que roza casi lo anormal, porque no estamos hablando solo de 23 discos en estudio, sino que por si fuera poco estos tipos tienen la costumbre de hacer álbums realmente largos (cuatro de ellos son dobles). Es cierto que a cambio apenas poseen discos que puedan calificarse de obras maestras - para mí los que más cerca están de entre los siete que he escuchado son Timothy's Monster (1994) y Little Lucid Moments (2008) - pero la impresión que me da su inabarcable carrera es de no poseer ni muchos picos ni bajones marcados (por ejemplo cuando leo a gente opinando sobre sus discos favoritos del grupo no hay demasiada unanimidad y se mencionan un montón de obras diferentes). Por si eso fuera poco, otro rasgo que para mí juega poderosamente a su favor: sus últimas entregas de estudio son realmente muy buenas. Apenas conozco ejemplos de grupos que tras 30 años sean capaces de hacer discos, no digamos ya dignos, sino realmente muy buenos, que uno pueda favorecer positivamente en global dentro de su carrera, sin necesidad de bajar el listón por el hecho de que normalmente a estas alturas es excusable que un artista baje el nivel (el otro ejemplo que me viene a la mente es Sonic Youth). Tal es así que para mí The Tower (2018) y The Crucible (2019) se codean sin problema con anteriores entregas del grupo como Trust Us (1998) o Heavy Metal Fruit (2010) que se encuentran entre las mejor valoradas de su carrera. Ante este cúmulo de circunstancias, ¿cómo resistirse a la pequeña gira de salas que hacían este otoño pasando por San Sebastián, Madrid y Avilés? Y si bien la opción Madrid es la que mejor encajaba para aprovechar para ver una exposición de Pink Floyd, el hecho de que ahí fuera dentro de un festival me decantó por San Sebastián.



Otro nexo de unión entre las que cité como mis dos bandas favoritas de estas últimas décadas es, aparte de la zona de procedencia, Reine Fiske, guitarrista de Dungen que suele colaborar en otras bandas magníficas como los también suecos The Amazing y que fue segundo guitarrista de Motorpsycho en algunos discos. Para mi enorme sorpresa el grupo se lo ha traído en este tour como músico de apoyo (segunda guitarra y teclados), lo cual tiene su lógica dado que la complejidad de algunos temas hace difícil que se pueden apañar solo en formato trío (el bajista de hecho llevaba un bajo-guitarra muy molón que le permitía alternar partes de un instrumento y otro en una misma canción). Desafortunadamente el único punto negativo de lo que fue una actuación extraordinaria fue el sonido de la sala, que provocó que los momentos en que Reine tocaba el teclado éste apenas se distinguiera salvo en la segunda mitad del show cuando subió el volumen. Tampoco se oyeron en ocasiones las voces, compartidas por los dos líderes y únicos miembros estables del grupo, el guitarrista Hans Magnus Ryan y el bajista Bent Sæther, pero por suerte eso no estropeó el show.

Acompañados de proyecciones durante las dos horas y diez minutos de concierto, el grupo abrió fuego con la que es una de mis canciones favoritas de su carrera: "Year Zero (A Damage Report)", con ese inicio melancólico que luego acaba subiendo de intensidad hasta estallar al final. Teniendo en cuenta que dada su enorme discografía iban a tocar mayormente una canción por disco (salvo los dos últimos), me sentí muy afortunado de escucharla, y de hecho fue el único tema suyo que conocía a excepción de los pertenecientes a sus últimas entregas. La primera parte del show optó por temas más largos y jams a tutiplén, hasta el punto de que en la primera hora de concierto solo habían hecho cuatro canciones. En "In Every Dream Home" aprovecharon la parte instrumental final, que en el disco está protagonizada por flautas, para lanzarse a la primera de las largas jams de la noche, donde juguetearon Ryan y Fiske con las guitarras a su antojo. Que el tercer tema de la noche fuera el épico tema titular de The Crucible, de 20 minutos de duración, también dice mucho sobre la confianza que tienen en sus últimas obras. Para mí fue de lejos uno de los momentos cumbre del show donde por cierto me di cuenta del extraordinario trabajo de Sæther al bajo conduciendo el tema.

El único instante más relajado junto al tema inicial fue la preciosa "A Pacific Sonata" de su último álbum que ya en su versión de estudio invitaba a dejarse llevar por pasajes más ensoñadores. A partir de aquí el show dio un giro radical y optó por temas más contundentes y directos como "Walking on the Water" (el más coreado de la noche, con reminiscencias a cuando tenían un sonido más cercano al rock alternativo 90s) o, mi favorito de ese segmento, el cierre final con una desbocadísima versión de "Black to Comm" de MC5 que sirve como argumento para incluir a los de Detroit en cualquier lista que se precie de bandas de protometal. Del mismo modo que un concierto tan enérgico, entregado y excitante confirma a Motorpsycho a mi parecer en cualquier lista que se precie de grandes bandas de estos años.

Year Zero (A damage report)
In Every Dream Home
The Crucible
Mountain
A Pacific Sonata
Überwagner or a Billion Bubbles in My Mind / The Pilgrim
Psychotzar
Hogwash
Walking on the Water
Black to Comm

The Tower/ Fools Gold


jueves, 12 de septiembre de 2019

Alice Cooper - Sant Jordi Club (Barcelona), 8 de septiembre del 2019


En algún lugar de internet hay una reseña absolutamente entusiasta de mi yo de hace 14 años después de haber visto por primera vez a Alice Cooper en la gira del Dirty Diamonds el 2005. Era una reseña no solo escrita por un yo más impresionable que ha visto un grandísimo concierto, sino también por alguien que acaba de descubrir a un magnífico artista y ha tenido la suerte de disfrutarlo en vivo justo en el subidón que siente uno ante un reciente gran hallazgo. Porque efectivamente en cuestión de unos meses pasé de no conocer más que temas sueltos de Alice Cooper a sumergirme en la mejor parte de su carrera y verle en directo presentando un grandísimo disco de estudio. No podía haberme salido mejor.

Desde entonces le volví a ver dos veces más. Ambos muy buenos shows pero sin ser tan especiales como aquel primer encuentro: en ambos la banda que llevó no me gustó tanto por tener un sonido algo más heavy (ya volveremos a este detalle más adelante), y por un lado el del 2010 en el Sant Jordi Club hizo un setlist en que los temas clásicos de la Alice Cooper Band eran prácticamente los mismos que la vez anterior (nada que objetar ante esos temazos pero siempre se agradece alguna sorpresa) y en el 2017 en el Rockfest me pareció que se decantaba demasiado por un sonido muy metalero. No obstante, todavía no ha llegado el día en que Alice Cooper toque en mi ciudad y yo vaya a dejar de verle salvo por causas de fuerza mayor, de modo que cuando anunció un nuevo show en el Sant Jordi Club para el 2019 no dudé en repetir por cuarta vez.



Es curioso el tema de la popularidad de Alice en España. Cuando el 2002 un incauto promotor lo metió en el Palau Sant Jordi fue un pinchazo absoluto de público. Fue un error de cálculo, Alice nunca antes había tocado en España fuera de un festival y no se sabía a cuánto público atraería, de modo que para su siguiente gira fueron más precavidos y lo trajeron por salas. En la gira del 2010 se hizo necesario ampliar a recintos medianos para que cupiera toda su parafernalia y en Madrid la venta de entradas fue tan floja que decidieron mover el show a una sala. El problema: no entraba todo el atrezzo, de modo que Alice tuvo que elegir entre dar un concierto con menos parafernalia o mantener el concierto allá pero bajando el caché para compensar la venta más bien justa de entradas. Eligió lo segundo. Y ahora, casi 10 años después, con entradas sustancialmente más caras, Alice ha agotado en aquel recinto de Madrid y en Barcelona me dio la impresión de que había bastante más gente. ¿Qué ha pasado? Por un lado cada vez más gente tiene conciencia de que las oportunidades de ver a estas viejas glorias se están acabando y que uno las pilla ahora o nunca, algo que se ha notado en la venta de entradas y en lo rápido que se agotan a día de hoy (a principios de los 2000s uno podía comprar una entrada para AC/DC tranquilamente el día antes del concierto, hoy se agotan en unas horas). Por el otro no hay que restarle méritos al bueno de Coop. Ha estado años dando giras por España y paseándose por festivales como el Azkena o el Rockfest dándose a conocer a gente que solo sabía quien era de oídas, se acercó por curiosidad a ver su show y salió convertida en fan. Es decir, se lo ha ganado a pulso.

¿Qué nos ofrece pues este veterano de 71 años en concierto? De entrada en esta gira Alice exhibe quizá el escenario más vistoso de los que le he visto, con un decorado gigantesco de un castillo con el encanto de la típica atracción de feria del tren de la bruja y varios monstruos de obvio cartón piedra que sirven para poner en evidencia a aquellos detractores suyos que le echan en cara que su espectáculo tiene una apariencia de terror cutre-barato y lo único que hacen con esa afirmación es demostrar que aún no han pillado la broma. Alice está un espléndido estado de forma para su edad y mantiene intacto su carisma y saber hacer sobre el escenario, si bien cuando uno lo compara con veces anteriores resulta innegable que se va notando un poco el paso del tiempo. Aunque se movía con ligereza por el escenario le noté algo menos suelto y un tanto más estático que en otras ocasiones (ya es bastante tener que subir y bajar las escaleras de ese castillo a su edad) y a nivel de voz en ocasiones le vi un poco más justo, por ejemplo en "Steven" no entonaba excesivamente melódico y prefirió cantarla en su registro más rasposo. El hecho de que cada vez que lo veo reduzca un poquito más el show (en esta ocasión apenas hora y media) me confirma esa idea. Pero insisto, eso son detalles que no empañan su magnífico papel y el hecho de que para su edad está extraordinario, si bien a veces me hacen pensar que, ay, esto difícilmente va a durar otros 14 años.


Los conciertos de Alice a día de hoy se basan en una especie de negociación entre su etapa clásica setentera y su etapa de resurgimiento heavy en que el setlist tiende a decantarse más por la primera opción y el sonido de la banda se encuentra en una suerte de punto intermedio más cercano al heavy que al rock clásico. En esta ocasión Alice decidió ofrecernos un setlist que optaba por eliminar todas las referencias a sus discos setenteros post-Welcome to my Nightmare y a toda su carrera actual salvo la obligada referencia al nuevo disco y centrarse totalmente en esas dos etapas. A cambio, como viejo zorro que es, no se olvida de dar a los fanáticos algunos caramelos, que si bien antes eran los temas de finales de los 70 ("Nurse Rozetta", "Goes to Hell", "It's Hot Tonight", etc.) y ciertas referencias a sus discos anteriores (debí ser de los pocos que en el Rockfest celebró eufórico que mantuviera en el setlist un tema del Dirty Diamonds), ahora son temas de su etapa setentera que van más allá de lo obvio: la divertidísima "Raped and Freezin'" con su deje mexicano final incluido, "Dead Babies" y, sobre todo, "My Stars", ¡que no había vuelto a tocar en directo desde su época con la Alice Cooper Band clásica! De hecho, en esta ocasión Alice me compensó de sobras la falta de sorpresas en el setlist respecto a la otra vez que le vi en este mismo recinto, no solo añadiendo estos temas sino dejando fuera otros que yo pensaba que jamás faltarían en un concierto suyo, como "Only Women Bleed", "Welcome to my Nightmare" o "Ballad of Dwight Fry". Respecto a la última, jamás se lo habría perdonado si fuera la primera vez que lo vi (es mi tema favorito suyo), pero después de haberla oído tres veces la cambio encantado por "Dead Babies". En cuanto a las otras dos, no las lamenté especialmente porque de hecho "Steven" me parece claramente el mejor tema del Welcome to my Nightmare, si bien es llamativo que no tocara ninguno de los singles de ese disco. Obviamente el resto fueron los clásicos que todos conocemos (o al menos deberíamos) y que jamás me cansaría de oír en directo, y un detalle a favor de la confianza que tiene Alice en su show es que hacia la mitad del concierto se ventilara seguidos tres de sus himnos más obvios como "I'm Eighteen", "Billion Dollar Babies" y "Poison", como si tuviera tantos ases en la manga que no se veía obligado a ir dosificándolos o dejarlos como traca final.

El único problema que le achaco a día de hoy a Alice es en ese obligado término medio que se ve obligado a mantener entre su faceta heavy y su faceta más clásica, algo típico de artistas o grupos que han tenido un marcado cambio de estilo que ha conquistado a otra generación de fans y en directo se ven obligados a repartir un poco para ambos bandos (otro ejemplo que me viene a la cabeza son Queen, a los que los puristas se niegan a perdonarles que sigan dando tanta cancha a sus temas ochenteros cuando es lo que buena parte del público quiere oír). De todos modos, que a día de hoy el público de Alice - al menos en España - lo componen más heavies que fans del rock clásico se hizo claramente visible anoche en el contraste entre cuando tocó "Bed of Nails" (que el público recibió eufórico pero yo desconocía) y cuando justo después vino "Raped and Freezin" (momento en el que fui yo el que me volví loco pero me quedé prácticamente solo saltando y coreando en mi zona). De modo que difícilmente se le puede reprochar esa tendencia hacia ese sonido aunque yo preferiría una banda de estilo clásico.

La principal pega la tengo sobre todo con dos miembros de la banda: el batería Glen Sobel, que le da una pegada demasiado heavy a las canciones y la guitarrista Nita Strauss, que aunque se ha convertido en la segunda protagonista de los conciertos con sus exhibiciones guitarreras, a mí su estilo tan heavy con esos solos tan flipados no me gustan nada. De hecho, ¿hacen falta tres guitarristas para tocar estas canciones? A cambio Alice todavía mantiene a bordo a Ryan Roxie, que es el músico más estable y longevo que ha tenido Coop en estos años y sí que toca la guitarra en un estilo más setentero. En todo caso, aunque creo que la banda es la misma que cuando le vi en el RockFest hace unos años tengo la impresión de que en esta ocasión Alice ha reducido un poco el tono heavy de algunos temas, o al menos a mí me ha sonado menos metalero el concierto. Y al fin y al cabo, si lo que hace Nita es añadir un solo heavy a algunos temas clásicos en lugar de sustituir el solo clásico por uno heavy, tampoco es tan grave (esto es lo que hicieron en temas como "I'm Eighteen", con el solo original interpretado por Ryan Roxie y luego Nita acoplándose para un segundo solo).


A nivel de setlist he de decir que el tema inicial me pareció muy poco acertado (creo que ni a sus fans heavies les entusiasma "Feed my Frankenstein" y aun así Alice la toca siempre) pero a cambio como sabía que iba a caer en un momento u otro sirvió para quitárnosla pronto de encima. La única referencia al nuevo disco, un "Fallen in Love" de tintes blues-rockeros, sonó muy bien con Alice deleitándonos con algunos solos de armónica, de hecho cuando en casa escuché la versión de estudio me pareció que perdía bastante respecto a lo que oí en directo. Pero para mí la clave fueron los temas clásicos que no esperaba. "Raped and Freezin" y "Muscle of Love" ya me predispusieron muy positivamente hacia el setlist, pero luego esa maravilla de "My Stars" me conquistó por completo aunque solo fuera un fragmento. "Steven" fue un lujo repescarla desde la gira del Dirty Diamonds y en fin, qué se puede reprochar a un cierre con "Under my Wheels" y "School's Out" seguidas... Todo ello complementado con el divertido espectáculo que Alice siempre trae consigo: un Frankenstein gigante, una tétrica novia cadáver, un bebé gigante (mi monstruo favorito de todos), billetes con su cara por los aires y por supuesto, la guillotina, si bien debo decir que la forma como hacen ese número me resultó menos impactante que las otras veces.

Realmente con esas canciones y el espectáculo es difícil no pasarlo bien. Haciendo balance general, pese a ser un concierto más breve que los otros suyos que vi y pese a la sobreabundancia de temas de su época heavy, realmente creo que ha sido mi segundo show favorito de los que he visto (el del 2005 doy por imposible que lo supere). Ycomo prueba de ello hay un detalle que para mí siempre es un indicador muy acertado de que un concierto ha sido una gran experiencia: el día después he estado oyendo compulsivamente a Alice... ¡e incluso he rescatado el Welcome to my Nightmare (1975), que es un disco suyo que nunca me ha vuelto loco! Ojalá Coop siga dando guerra muchos años más.

Feed My Frankenstein
No More Mr. Nice Guy
Bed of Nails
Raped and Freezin'
Fallen in Love
Muscle of Love
I'm Eighteen
Billion Dollar Babies
Poison
Roses on White Lace
My Stars
Devil's Food (band only jam)
Black Widow Jam (with Black Juju drum solo)
Steven
Dead Babies
I Love the Dead
Escape
Teenage Frankenstein

Under My Wheels
School's Out