lunes, 30 de octubre de 2017

Heavenly wine and roses



Que "Sweet Jane" de la Velvet Underground es una de las mejores canciones de la historia del rock, es algo que doy por hecho que nadie en su sano juicio negará, a no ser que tenga un gusto pésimo o, sencillamente, sea muy mala persona. Un riff absolutamente clásico, una buena melodía que invita al optimismo, esos gritos de "Sweet Janeeee", toda ella invita al buen rollo.

Como seguramente sabrán, "Sweet Jane" fue el primer hit que tuvo el grupo después de años en el ostracismo... un hit que llegó muy tarde, puesto que Lou Reed ya había dejado la banda, pero no obstante la incorporó desde siempre como un tema fijo de sus setlists.

La canción, al igual que le sucede a muchos temas de la Velvet, ha tenido numerosas variaciones. En algunos directos de la época, Lou la toca en un tono mucho más lento, mientras que en contraste, en el famoso directo suyo en solitario Rock 'N' Roll Animal la toca en versión hard-rockera. Ambas versiones molan pero no igualan la magia de la de estudio.


No obstante, hay un detalle de la canción que me llama la atención y es el puente que hay justo antes del estribillo final, aquel en que Lou canta "Heavenly wine and roses. Seems to whisper to her when he smiles". Es una parte de la canción que me encanta pero que, no obstante... ¡no está en la versión de estudio del Loaded ni en la del single! Y en cambio en todos los directos de la Velvet de la época, Lou cantaba esos versos, ¿qué sucedió con ellos en la versión de estudio?

Resulta que en la época en que se estaba ultimando Loaded (1970), Lou Reed acabó dejando la Velvet Underground para volver a casa de sus padres. Quien quedó al mando del grupo fue el bajista Doug Yule, que se encargó de realizar las mezclas finales del álbum, grabar los instrumentos que faltaban y hacer creer a todo el mundo que el disco era obra suya. Cuando Lou escuchó el resultado final se puso furioso con Doug porque no mezcló algunas canciones como él quería, y entre los cambios que más le cabrearon estuvo que Doug suprimiera los versos de "Heavenly wine and roses" en "Sweet Jane".

Es fácil echarle la culpa a Doug, quien tiene toda la pinta de ser el culpable, pero éste siempre se ha defendido diciendo que Lou ya los había suprimido en esa versión de estudio antes de marcharse, ya que quería que la canción fuera un single más compacto. Tenemos como argumento en su contra que incluso la versión del Max Kansas City, el último concierto que dio Lou con la Velvet, incluye esos versos. Tenemos como argumento a su favor que luego en su carrera en solitario, Lou casi nunca ha cantado esa parte en directo ni ha incluido la versión de la canción que los incluye en ningún recopilatorio. Lo cual quiere decir que seguramente no le importe tanto. Pero es una pena porque yo adoro esa parte, para mí es un puente perfecto.

Por suerte, la versión que siempre he tenido del Loaded es una edición especial que incluye la versión completa de "Sweet Jane", y es por tanto la que he oído casi siempre. A día de hoy sería incapaz de oír la canción sin su vino y rosas. ¿Quién puede renunciar a unos versos tan bonitos después de haberlos descubierto?


domingo, 22 de octubre de 2017

The Rolling Stones - Estadi Lluís Companys (Barcelona), 27 de septiembre del 2017



Vi a los Rolling Stones el 2003 en la gira del Forty Licks, y lo recuerdo como uno de los conciertos que más me impactó en aquellos años. Era mi primer concierto de estadio y además me permitió ver de cerca a algunos de los rostros más icónicos de la historia del rock. ¿Cómo no quedar marcado por algo así? Por aquel entonces ya existía la sensación de que no les quedaba mucho más, no porque no estuvieran en plena forma, sino por temas de edad. Quizá una o dos giras más a lo sumo. Y aquí estoy, catorce años después reencontrándome con ellos incluso con la misma camiseta que llevé en aquel lejano 2003.

¿Qué ha sucedido de mientras en el universo Stone? Un disco de estudio bastante decente - A Bigger Bang (2005) - al que le siguió una gira frustrada hacia la mitad por el famoso incidente de Keith Richards con un cocotero. El concierto en Barcelona quedó cancelado, y de esta forma mi entrada del que debía ser mi segunda cita con los Stones sigue intacta en mi casa. Cuando volvieron el 2007 no repetí: estaba pelado de dinero y me decanté por otros conciertos más asequibles. Dicho tour hispano en realidad no dejó muy buen recuerdo: extrañamente en algunos de los recintos quedaron muchas entradas por vender (quizá por el elevado precio y la espantada del año anterior) y según dicen Keith Richards estaba flojísimo.

Lo mejor de la gira del 2007

Diez años después solo nos han deparado otro disco de estudio de versiones de blues y una visita a Madrid. Desde hace ya un año no obstante empezaron los rumores de que los Stones darían una fecha en Barcelona, que al final se alargaron tanto que se les dejó de dar crédito. Y entonces, por sorpresa, meses después estalla la noticia en pleno Mayo: una minigira europea que recala por aquí la última semana de Septiembre. Solo dos días después me iba una semana de viaje, me vino de un pelo volver a perdérmelos. En esta ocasión parecía que el destino me sonreía.

¡Qué contraste el tema de las entradas respecto a su gira del 2007 con tantos asientos vacíos! A día de hoy la adquisición de entradas para cualquier grupo dinosáurico es una batalla campal que implica peleas contantes con páginas de ventas de entradas, colas virtuales, sufrimiento y, para rematar, unos gastos de comisión insultantes. Permítanme una pequeña comparativa de precios en tres conciertos de los Stones para unas entradas situadas en el mismo sitio:

  • 2003: 44 euros.
  • 2007: 81 euros.
  • 2017: 136 euros.
¿Saben qué significa esto? Significa que estuve dudando hasta el último momento sobre si ir o no porque, aunque podía permitirme ese precio, me parecía un insulto. Y significa que, en vista de cómo cada vez nos fastidian más a los fans con nuevos inventos para sacarnos dinero (lo último es el famoso "Golden Circle" a precio de oro para estar en las primeras filas, cuando de toda la vida el espacio cerrado delante del escenario era para los que tenían entradas de pista y llegaban antes) un servidor va a empezar a despedirse del rock de estadio. No voy a engañarles tampoco. Mis grupos de estadio favoritos están ya en edad de jubilarse o, directamente, palmarla, y sus sucesores (Muse, Coldplay, Foo Fighters) no son lo mío. Pero el matiz está en que me alegro de que sea así y de poder bajarme de este circo... en unos años. En todo caso, conseguí mis entradas con una rapidez y facilidad tan pasmosa que entendí que realmente el destino quería que viera otra vez a los Stones.


La absoluta desorganización y caos que hubo a la hora de hacer cola al mediodía fue algo que pocas veces he visto y que se hizo salvable por tener lugar en Septiembre, con un tiempo agradable. No quiero ni imaginarme eso en verano. En mi vida he pasado tantos controles de seguridad ni me habían pedido que vaciara mis bolsillos por bultos tan pequeños como mi reproductor de mp3 o los tapones para los oídos. Supongo que los recientes atentados en Barcelona tienen algo que ver.

Lo importante es que conseguimos estar cerca del escenario para ver a los Rolling Stones en la que, esta vez me temo que es bastante probable, quizá sea la última oportunidad de escucharles. El elevadísimo precio de las entradas no se vio reflejado en los teloneros, que en el 2003 era una banda de bastante caché como los Pretenders y en este caso era un grupo nacional, los Zigarros, que si bien sonaban entretenidos, tampoco me mataban y dudo que tuvieran ni la mitad de caché que la banda de Chrissie Hynde. De modo que ese incremento del precio no ha ido a los teloneros, no.



Con quince minutos de retraso, el concierto dio inicio con "Sympathy for the Devil", que jamás me imaginé como tema inicial, salvo por lo apropiado del verso inicial de "Please allow me to introduce myself". Y experimenté una vez más algo que supongo que se irá perdiendo cuando pueda dejar de ver a estos grandes grupos clásicos: el impacto de ver que son reales, que están ahí. Ver a un Mick Jagger de carne y hueso contoneándose de forma tan característica a unos metros de ti. A Keith, Ron y Charlie, tal y como hemos visto cientos de veces en fotos, ahí, tocando sus instrumentos en vivo para nosotros.

Pero también se hizo evidente algo, una sensación que se mezclaba con el entusiasmo de ver a los Stones y disfrutar de este cancionero impecable en vivo: la constatación de que Keith no estaba fino. Que tal y como me temía por lo que había leído, desde el incidente cocotero no había vuelto a recuperar del todo la forma. Si preguntan a cualquiera que fue a este concierto, habrá divergencias en algunos aspectos pero todos coincidirán en lo mismo: fue de menos a más. Los primeros temas, Richards no acabó de entrar en el concierto. Temas tan infalibles como "Sympathy for the Devil" o "It's Only Rock N Roll" se sostenían por el resto de la banda, pero cuando Keith intentaba hacer el solo era notorio que la cosa no funcionaba. Para mí el concierto empezó a encarrilarse de verdad con la tercera canción, "Tumbling Dice", la primera que sonó realmente fantástica, y se sostuvo un poco con las acertadísimas versiones de blues o un "Paint It Black" en que Richards, esta vez sí, hizo un muy buen trabajo a la guitarra.

No me malinterpreten, tampoco pretendo decir que Richards lo hiciera mal, simplemente era totalmente inestable. A veces acertaba por completo y otras no daba ni una, justificando su presencia más por el carisma que emana con esas pintas de pirata envejecido que por sus dotes de guitarrista. Cuando a medio concierto Mick presentó a la banda, Keith fue paradójicamente (o no tanto) el que más aplausos se llevó, pero luego en vez de dar las gracias y ponerse a cantar sus dos temas, se quedó un rato extrañamente largo ante el micrófono sin decir nada. No se sabía si es que estaba alargándose a propósito o si estaba tan emocionado que no se podía saber cómo iba a reaccionar, como si estuviéramos ante uno de esos abuelos ya algo gagás e imprevisibles. En cierto modo, esto hizo que el concierto tuviera algo más de autenticidad. El show del 2003 fue impecable rock de estadio sin apenas fallos pero también sin espontaneidad; en esta ocasión el concierto fue más imperfecto pero también, por ello, más humano y con un punto de imprevisibilidad que nunca le va mal al rock (otro detalle a reseñar es que en esta ocasión hubo poquísimos efectos escénicos, parece que en estos últimos tours los Stones prefieren centrar la atención en la música).



En todo caso, parece que Keith está monopolizando mi reseña, y es una gran injusticia, porque precisamente los otros Stones sostuvieron de forma impecable el resto del concierto. Ron Wood se destapó como un guitarrista increíble aún más que en el 2003, quizá para compensar los fallos de Keith. Cuando se lanzaba a hacer uno de sus solos era una gozada escucharle. Y además transmitía un entusiasmo contagioso, siempre sonriente, saltando, bailando y en permanente complicidad con el público. Al entrar en los Stones, Ron perdió la oportunidad de una carrera que demostrara todo su potencial como guitarrista, pero a cambio se nota que éste es su trabajo soñado y que no lo cambiaría por nada en el mundo.

Sobre Mick Jagger no creo que haga falta decir nada porque ya nos conocemos la historia: que sencillamente no es normal que un tipo de 74 años esté tan en forma y que consiga moverse y bailar con tanta soltura, haciendo gestos que si los llevamos a cabo el común de los mortales quedan ridículos pero si los hace él son lo más guay del mundo. Que es uno de los más grandes frontmen de la historia con una habilidad pasmosa para entretener, llevar adelante el concierto y tener el público en la palma de la mano. Y que esos tics típicos de rock de estadio de los que tanto nos burlamos seguramente los acabaremos echando de menos cuando él ya no esté: "Estic molt content de tocar aquí", "Hace 10 años que tocamos aquí y lo echamos de menos", "Sou uns malparits" y el más extraño de todos, "Avui he menjat botifarra i trinxat" (¿?).



Y por supuesto, Charlie, el eterno Charlie Watts que siempre se da por hecho que está ahí y al que no se recuerda tanto como merece. Un batería magnífico que a sus 76 años es capaz de llevar adelante dos horas y cuarto de concierto sin equivocarse ni una sola vez y tocando con mucha contundencia cuando el tema lo necesita. Es el gran tapado, sobre todo porque él lo quiere así, pero no hay que dejar de tenerle presente.

En lo que respecta al resto de la banda, Darryl Jones tuvo un momento de pleno lucimiento con el solo de bajo en "Miss You" y me hizo especial ilusión escuchar a un ex-Allman Brothers como Chuck Leavell al teclado. En cambio, eché de menos a Lisa Fischer como corista femenina, la que traían en esta ocasión no me gustó cómo hizo "Gimme Shelter", dándole un toque excesivamente chillón.

En cuanto al repertorio, al ser el disco más reciente uno de versiones de blues, los temas "nuevos" eran viejos blues que siempre quedan bien tocados por ellos, y el resto como era de suponer fue una sucesión de clásicos del repertorio stoniano, combinando los temas que sabemos que van a caer siempre con unas pocas sorpresas. Entre ellas, dos temas más del Exile a parte de "Tumbling Dice" como "Rocks Off" (votada por los fans en una encuesta online entre las que estaban a elegir "Bitch", "Live with me" y "All Down the Line") y "Happy", en la que Keith casi no cantaba pero se compensaba por el enorme trabajo de Ron a la steel guitar. El segundo tema que cantó Keith fue el único de todo el repertorio que para mí flojeó: la balada "Slipping Away", que no obstante es un tema fijo en las giras stonianas. Es el precio a pagar, uno ya sabe desde hace años que Keith cantará esa balada pero a cambio también un clásico stoniano.



El resto de mis momentos álgidos a parte de los mencionados serían "You Can't Always Get What You Want" con un Ron absolutamente pletórico, "Honky Tonk Woman" y, el momento cumbre de la noche por unanimidad, "Midnight Rambler". Solo por esta canción valió la pena el precio de la entrada y toda la cola. Fue la que más eché en falta el 2003 y sonó tal y como esperaba que fuera: sucia, con un trabajo extraordinario de Mick a la armónica, con un solo apabullante de Ron, Charlie manteniendo el peso del tema con contundencia y con un pequeño juego de voces entre Mick y el público. Descomunal, ni el mayor hater de los Stones puede negar que, al menos en esos minutos, suenan increíbles.

Sé que en muchos sectores de aficionados al rock es mucho más fácil criticarles por lo que son hoy día (y que incluso en bastantes aspectos tienen razón), pero realmente los echaré mucho de menos cuando ya no estén dando guerra.

Sympathy for the Devil
It's Only Rock 'n' Roll (But I Like It)
Tumbling Dice
Just Your Fool
Ride 'Em on Down
Under My Thumb
Rocks Off
You Can't Always Get What You Want
Paint It Black
Honky Tonk Women
Happy
Slipping Away
Miss You
Midnight Rambler
Street Fighting Man
Start Me Up
Brown Sugar
Jumpin' Jack Flash

Gimme Shelter
(I Can't Get No) Satisfaction