miércoles, 19 de junio de 2013

Neil Young & Crazy Horse - 15 de Junio del 2013 (RDS Arena, Dublín)


Cuando Neil Young reunió a Crazy Horse hace algo más de 20 años (20 años ya, se dice pronto...) lo hizo con una intención específica. Lo que diferenció ese retorno del de otros grupos de su generación es que no era un regreso nostálgico sino que la idea era rescatar el sonido de Crazy Horse al mismo tiempo que lo adaptaba a los nuevos tiempos. Una mirada adelante y atrás a la vez: atrás por traer de vuelta el sonido de Crazy Horse, adelante porque iba acompañado de un nuevo disco considerado un clásico instantáneo en que actualizaban su sonido de acorde con los tiempos, ganándose un poco de rebote ese apelativo de "padrino del grunge".

Cuando 20 años después Neil vuelve a reunir a Crazy Horse la intención sigue siendo la misma, retomar el estilo Crazy Horse pero al mismo tiempo darle otro enfoque. Y esta vez la intención es claramente llevar su sonido al límite. El hecho de que su nuevo disco sea no solo doble sino el más largo de la carrera de Neil con un tema que roza la media hora y dos que pasan el cuarto de hora, confirma esta idea. Aunque yo soy de los que defiende Psychedelic Pill puedo entender las opiniones contrarias. Nadie pone en duda que en los temas largos las composiciones en sí mismas son muy buenas, el problema es si está justificado que duren tanto. Porque lo que sucede en esos temas es que Neil y Crazy Horse se dedican a alargar las canciones sin moderación alguna. Y eso no es más que la plasmación de uno de los rasgos de Neil y Crazy Horse en directo, que a menudo se desbocaban y se dejaban llevar por jams interminables. Lo que muchos argumentarán, y no sin algo de razón, es que este tipo de jams tienen sentido en vivo pero que en estudio lo suyo es "concentrar" la composición, no necesariamente a 5 minutos, pero sí reduciendo el espacio de jam que normalmente se da en los directos. Ese es el tipo de argumento en contra que estoy dispuesto a aceptar.
Yo, no obstante, no puedo evitar discrepar y celebro el experimento que ha sido Psychedelic Pill. ¿Que "Driftin Back" se pasa en duración? Sin duda, y podría haberse reducido sin problemas a 7 minutos dejando esas jams de 30 minutos para los directos, pero yo cuando escucho "Driftin Back" nunca me he agobiado por su duración ni me he parado a pensar "vale, a partir de aquí ya empiezan a repetirse", de hecho la veo más como una especie de "mantra" repetitivo que podría durar ad aeternum.


Una vez introducida la premisa sobre la que parten estos Crazy Horse podemos pasar a la gira, en la que han vuelto a recrear algunos de los elementos de puesta en escena típicos del tour del Rust Never Sleeps como amplificadores gigantes o roadies disfrazados apareciendo por el escenario (aunque en los conciertos al aire libre no tuvimos nada de eso). Ante la imposibilidad de una fecha en nuestra querida península y mi convencimiento de que no podía morir sin ver a Neil con Crazy Horse, me hice con un billete para el show de Dublín, que tenía lugar en el RDS Arena (antigua pista para carreras de caballos que hoy sirve de campo de rugby).

No fue hasta el día antes del concierto que supe que íbamos a tener no uno ni dos sino ¡tres! teloneros: Little Green Cars, Los Lobos y The Waterboys. Lo bueno es que la espera se haría así más amena, lo malo es que eso implicarían muchas horas de pie (las puertas se abrían a las cuatro y Neil salía a escena a las ocho y media).

Vuestro humilde redactor se dirigió pues a tierras irlandesas el sábado por la mañana con expectativas bastante altas. Después de una breve parada en el hostal (convenientemente cerca de la zona del concierto, todo un acierto a largo plazo ya que por la noche estaba agotado) me dirigí al RDS Arena justo a las cuatro, cuando abrían puertas. A esa hora en la cola no había más de 10 personas, a las que se le podrían sumar las 30-40 habituales que uno encuentra ya dentro por motivos diversos (clubs de fans, colegas que les dejan colarse, etc.).

De mi primera experiencia en un concierto de estadio en el extranjero destaco los numerosos puestos de comida que había dentro, dando más variedad entre la que elegir de lo que estamos acostumbrados aquí, y la cola de entrada de sólo 10 personas en contraste con las que siempre me encuentro en eventos de este tipo. Después del obligado paso al puesto de merchandising perdiendo 30 euros por el camino comenzó la parte más pesada de aguardar el concierto. El escenario contenía el mismo tótem indio que había visto en la gira del Primavera Sound, y el piano hecho polvo apuesto que también sería el mismo. El teclado-aguilucho también estaba sobrevolando sobre nuestras cabezas haciéndonos fantasear con la posibilidad de que descendiera, en cuyo caso sabíamos que sonaría "Like a Hurricane". No obstante no hay que darse esperanzas, Neil se trae todo el equipo para poder tocar lo que le venga en gana, no porque vaya a usarlo necesariamente esa noche (en esta gira por cierto ha tocado puntualmente "Like a Hurricane" en unos pocos conciertos).

A las 5 irrumpieron en escena los dublineses Little Green Cars, una joven banda de pop-rock agradable pero poco relevante que contaban en el público con algunos amigos o familiares que se encargaron de chillar entusiasmados para mantenerlos contentos. Una hora después lo hicieron los veteranos Los Lobos, que hicieron un buen concierto pero inferior a lo que esperaba. Por lo que había leído esperaba una actuación divertida y vibrante, pero los noté muy fríos y que no arrancaron del todo hasta el final.


La gran sorpresa para mí fueron The Waterboys, banda que combina el folk británico con el rock y que tuvo bastante éxito en los 80. Debo confesar que no los conocía y para mí fueron una gran sorpresa. Dieron un auténtico conciertazo de 45 minutos ante un público absolutamente entregado ovacionándoles y coreando todas las canciones. Yo no tenía ni idea de que fueran tan populares, pero la innegable calidad de las canciones que interpretaron junto a la recepción tan entusiasta de la audiencia lo convirtieron en uno de los mejores conciertos teloneros (de lujo, pero teloneros) que he visto.

Dicho sea de paso, la parte final del concierto de Waterboys nos trajo consigo las peculiaridades del clima irlandés. Después de un día caluroso y de sol radiente, después de horas tumbado en el suelo racionando mi agua y quemándome la cara, después de todo eso, nada haría sospechar que el tiempo se pondría en contra, pero amigos, Irlanda es así, y en el último cuarto de hora de Waterboys empezó a llover calándonos hasta los huesos. En la espera entre conciertos volvió a salir el sol pero la lluvia volvería a estar presente más adelante... Hasta entonces maté el rato intentando entrar en calor y observando a los roadies haciendo su trabajo (curioso, uno de ellos llevaba un metro para decidir la distancia exacta a la que tenía que estar cada micrófono, y eso que no hay mucha diferencia de altura entre los tres Crazy Horse) mientras sonaba un disco de Jimmy Reed que me hizo abandonar mis auriculares.

Y ahora sí, a las 20:40 Neil Young, Poncho Sampedro, Bill Talbot y Ralph Molina salieron al escenario ante una gran ovación del público y comenzaron directos al grano con los 10 minutos de "Love and Only Love", a la que le siguió una de mis canciones más especiales de la noche: "Powderfinger", mi canción favorita de Neil tras "Cortez the Killer" que me quedé con ganas de oír cuando le vi en Barcelona hace 4 años.


Un rasgo curioso a resaltar es que en sus conciertos con Crazy Horse, Neil y su banda tocan bastante juntos, concentrados en el centro del escenario sin ocupar toda su extensión. Del mismo modo, como habréis notado los que les habéis visto en vivo o a través de vídeos, en los segmentos instrumentales tienden siempre a cerrarse en círculo delante de la batería, hasta el punto de que en esos momentos a menudo Neil - la estrella de la noche - da la espalda a la audiencia. Puede parecer una tontería pero creo que esta forma de actuar refleja un poco el funcionamiento de Crazy Horse, ese sonido que los hace tan especiales. Porque por si alguien no lo sabía, Crazy Horse están lejos - MUY lejos - de ser unos virtuosos. La clave es ese sonido tan potente y concentrado que consiguen, difícil de describir pero que es fácilmente reconocible por los fans. Y esa tendencia a tocar siempre juntos y replegarse en ellos mismos en las jams instrumentales es un reflejo de cómo así buscan conseguir ese sonido tan compacto y concentrado interactuando entre ellos en todo momento. No me imagino a Neil haciendo su solo de guitarra a un lado del escenario mientras Poncho hace lo propio en el otro sin siquiera mirarse, esa interacción tan especial entre guitarras necesita de comunicación en todo momento entre ellos ante la mirada vigilante de Billy y Ralph manteniendo la contundente base rítmica. Hay quien dice a modo de crítica que Crazy Horse no son más que una banda de garage, y en realidad es una verdad como un templo, pero la clave es cómo Neil sabe extraer magia de esa banda de garage - y de hecho por ello suele alternar giras y discos con Crazy Horse y con otras bandas, porque para muchos de sus proyectos Crazy Horse se le quedan cortos debido a sus limitaciones.

Seguidamente, Neil fue al grano y repasó dos temas de su último disco. El primero, "Psychedelic Pill" no creo que produjera problemas a nadie, un tema breve, pegadizo y bien ejecutado. No se puede decir lo mismo del momento más conflictivo del concierto: "Walk Like a Giant". Se trata de uno de los temas extensos de Psychedelic Pill (para muchos el mejor del disco), repleto de solos y jams "à la Crazy Horse", y la canción propiamente dicha la interpretaron fielmente rugiendo sus guitarras y dejándose llevar. La sorpresa llegó cuando al final del tema la banda se pasó 10 o 15 minutos creando un caos sonoro con sus instrumentos. Al parecer mucha gente de las gradas acabó abucheándoles (no puedo asegurarlo, desde mi zona no lo oí) y muchos a partir de aquí desconectaron por completo del concierto.


Voy a empezar concediéndoles una cosa: un momento así no puedes ubicarlo al principio del concierto, en la primera media hora cuando el público todavía está empezando a entrar en calor, normalmente los instantes más difíciles es mejor ubicarlos en el tramo final. Pero en lo demás a mí no me disgustó ya que este tipo de idas de olla me suelen agradar. En todo caso no es algo completamente nuevo en el universo de Crazy Horse (véase Arc) y no hace más que confirmar el aprecio que siento hacia Neil Young. Que a sus 60 y pico años todavía esté con ganas de dedicarse a meter 15 minutos de ruido en directo sabiendo que buena parte del público no se lo tomará bien, para mí es algo digno de admiración. Este momento tan criticable para muchos, es en mi opinión un signo de que Neil sigue en forma, con ganas de dar guerra y no ir a lo fácil (que al fin y al cabo es lo que ha definido siempre su personalidad artística).

Para compensar ese caos sonoro, Neil, que en el fondo no es mala persona, nos ofreció el paréntesis relajado del concierto. En primer lugar interpretó junto a Crazy Horse un tema nuevo llamado "Hole in the Sky" que no estaba del todo mal. Resulta gratificante comprobar su insistencia por seguir tirando hacia adelante en todo momento: en la gira de presentación de Americana - el primer disco que grabó con Crazy Horse tras este retorno - interpretaba sólo un tema de ese disco y ya tocaba temas de Psychedelic Pill, que aún no estaba a la venta. Ahora en la gira de Psychedelic Pill interpreta algunos temas nuevos, de los cuales en Dublín sólo pudimos oír éste (el otro parece ser que es una balada a piano llamada "Singer Without a Song").


A continuación, Neil cogió su guitarra acústica e interpretó él solo dos temas de corte más folkie. El primero fue otro de mis momentos especiales del concierto: "Comes a Time", una canción suya que adoro y que no esperaba oír, fue muy gratificante oírla y escuchar a todo el público coreándola aún sin ser un tema muy obvio. El segundo ya no me agradó tanto: una versión del "Blowin in the Wind" de Bob Dylan. Entiendo que Neil quiera rendir tributo a uno de los músicos que más admira, pero por desgracia yo no soy fan de Dylan ni de esa canción. No me desagradó pero Neil tiene muchísimas joyas acústicas que hubiera preferido en su lugar (sin pensar mucho, "Sugar Mountain", "Helpless", "Out in the Weekend", "Don't Let It Bring You Down", "Ambulance Blues", etc.). No obstante es de justicia decir que el público no opinaba como yo y la coreó tanto como "Comes a Time".

Después de esa pausa, vuelta a la carga con la última referencia de la noche a Psychedelic Pill: la también extensa "Ramada Inn". En este caso las partes cantadas no me acabaron de agradar al estar algo más ralentizadas que en estudio y no acabarme de encajar, pero a cambio los solos fueron de lo mejor de toda la noche, absolutamente descomunales.


A partir de aquí, todo lo que tocó Neil se centraba en temas clásicos, empezando por una bestial "Cinnamon Girl" que sonaba ultracontundente y fue uno de los momentos más celebrados del público. El siguiente aunque se trataba de un tema imbatible como es "Fuckin' Up" del Ragged Glory, también debió provocar cierta polémica entre algunos asistentes, ya que la alargaron ostensiblemente mediante una jam en que Poncho iba improvisando unos versos y Neil nos hacía repetir una y otra vez "You're just fucked up!". Fue bastante divertido aunque quizá al final se excedieran un poco en la duración, y de todos modos el momento en que volvió a entrar el riff de guitarra fue apoteósico.

En el tramo final y cuando ya por fin empezaba a oscurecer, se sacó de la manga una referencia a Buffalo Springfield con un "Mr. Soul" que pasado por el filtro Crazy Horse era casi irreconocible de no ser por la melodía vocal. Parándose a pensar en ello, parece mentira que el jovencito autor de un tema como "Mr. Soul" sea el mismo que 45 años después haya hecho todo este recorrido y todavía esté con fuerzas para hacer jams ruidosas con sus colegas.
El cierre del set principal fue cómo no la salvaje "Hey Hey My My". Cuando uno le oye gritar el verso "Rock N Roll will never die" al Neil actual con tanta fuerza, realmente uno se cree que debe ser cierto si él lo afirma así - y por cierto, como cantante no ha perdido nada y en los temas más potentes sigue cantando a pleno pulmón como antes.

El bis ha ido variando según los conciertos, normalmente es "Roll Another Number" del Tonight's The Night en versión Crazy Horse junto a "Everybody Knows This Is Nowhere" o, si uno tiene mucha suerte, "Like a Hurricane". Pero no me quejo de la elección que hizo aquella noche, de hecho es mi favorita de las tres por ser mi canción predilecta de su amplio repertorio: "Cortez The Killer". No me supuso el mismo impacto que cuando la oí hace 4 años en Barcelona porque aquella vez era la primera vez que la escuchaba, pero aún así cuando oí las primeras e inconfundibles notas el corazón me dio un salto de la emoción.
Por si la canción no bastara ella sola para emocionar al público, en el momento en que Young la empezó a tocar, justo se puso a llover. Escuchar un tema tan maravilloso como ése con la fina lluvia de acompañamiento fue uno de los momentos más mágicos que he vivido en directo.


A raíz del concierto se ha desatado bastante polémica en la red y han surgido discusiones muy curiosas que reflejan percepciones totalmente contrarias del show: algunos dicen que ha sido el peor concierto de sus vidas, otros que ha sido absolutamente magistral. Un bando esgrime como argumento el que básicamente lo que hicieron Neil y su banda fue a deleitarse ellos mismos con jams larguísimas y autoindulgentes. Los otros dicen que si lo que la gente buscaba era un concierto fácil de Greatest Hits es que no sabían qué era realmente un concierto de Neil Young & Crazy Horse.
Aún estando yo claramente en el bando de la gente que disfrutó el concierto, creo que ambos han perdido un poco el norte porque la premisa es más sencilla. De entrada realmente sólo hubo dos momentos en que la banda se perdió en jams difíciles de digerir (no cuento "Ramada Inn", que no la alargaron respecto al disco y es un tema muy escuchable, pero si quieren contarla eso nos deja con la astronómica suma de 3 jams). Y en cuanto a la ausencia de hits, la banda tocó cuatro temas nuevos y el resto eran todos clásicos. Por el amor de Dios, cualquiera que lea estas discusiones creerá que básicamente se dedicó a tocar únicamente su disco entero (algo que por cierto, podría haber hecho perfectamente porque ya sucedió en giras anteriores). Pero no, aparte de esos cuatro temas tenemos "Powderfinger", "Mr Soul", "Cortez the Killer", "Cinnamon Girl", "Hey Hey My My", "Fuckin' Up", etc. Todos temas de recopilatorio.

Lo que sí es cierto es que algo no ha cambiado: Neil sigue dando que discutir 40 años después. En toda su carrera se ha dedicado a hacer lo que ha dado la gana y a estas alturas es obvio que no va a cambiar. En 1973 en lugar de promocionar Harvest y seguir por esa senda se embarcó en una gira fatídica y lanzó una trilogía de discos anticomerciales, algo que fue muy criticado por el público. Diez años después, en sus experimentos con Trans también fue abucheado en algunos conciertos. Y ahora, en 2013, con sesenta y tantos años, al abuelo se le ha antojado deleitar al público con jams de acoples de sonido de 20 minutos indiferente a una audiencia que no sabe digerir eso. No digo que esto sea mejor que optar por la opción de dar al público lo que quiera (ver esta entrada), pero sí que me parece genial que, si desde joven ha optado por esa actitud, siga siendo fiel a ella hoy día. Todavía en pleno 2013 los conciertos de Neil dan que hablar y provocan división de opiniones. Y no porque toque mal sino porque no le da la gana recurrir a lo fácil.

Eso sumado al hecho de ser de los poquísimos artistas de su época que sigue sacando una media de disco por año (y que además sean discos que a menudo den que hablar para bien o para mal) hace que para mí Neil sea el músico de rock que mejor ha envejecido y con una carrera más longeva a la par que interesante de la historia del rock. No se me ocurre ahora mismo ningún otro que se le acerque siquiera en ese aspecto. Dios te bendiga, maldito canadiense cabezota

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