domingo, 30 de junio de 2013

Axl Rose y sus curiosos guiños musicales

Como muchos probablemente sabréis, Axl Rose es un tipo que ha demostrado repetidamente tener unos gustos musicales más que interesantes. Me refiero más allá de los grupos o discos más obvios que uno esperaría que cualquier músico de su estilo conociera.

Uno puede encontrar varios ejemplos de esto en el concierto de Guns N Roses en Japón durante la gira de los Illusion, que es bastante fácil de conseguir en vídeo. Yo vi ese concierto por primera vez hace ya muchos años un día que lo pasaron por una televisión local y que de paso aproveché para grabarlo en vídeo .

En esa gira Guns N Roses pasaron del formato más hard-rock macarra de sus inicios a un estilo más de gran banda de estadio con todo lo que ello comporta: toda una banda de músicos de acompañamiento, largos solos que permitían a Axl recuperarse del ritmo del show y algunas sorpresas como las que venía a comentar.


Durante el concierto la banda inserta en diversos momentos varios guiños a canciones ajenas , algunos de los cuales no son especialmente obvios. El más claro es la banda sonora principal de El Padrino que Slash toca en mitad de su solo de guitarra, pero los más curiosos son los que dejan caer como breves intros en algunas canciones.

La mayoría de estos guiños no los pillé en su momento aún siendo de canciones que ya conocía. Por ejemplo, unos versos de "Only Women Bleed" de Alice Cooper o de "Mother" de Pink Floyd cantados por Axl.

 

Pero los más interesantes y que quiero destacar son dos que hacen referencia a dos canciones no tan obvias. El primero para mí fue un impacto brutal en el momento en que vi este concierto . Es un instante del show en que la banda está liada con algún solo y de repente aparece Axl Rose de las sombras y canta a cappella el estribillo de "Sail Away Sweet Sister" de Queen. El impacto vino por dos factores. El primero obviamente la forma como de repente aparece Axl de la nada cantando un tema de Queen. Pero el segundo y más importante es que no se trata de una canción obvia de Queen. Es un tema que la banda jamás ha tocado en vivo y que no había salido en ningún recopilatorio. A mí me parece una balada maravillosa y muy especial (el mejor tema del The Game de hecho) pero es la típica composición que solo conocemos los que son muy fans del grupo. De ahí la enorme sorpresa que me llevé: Axl Rose de repente cantando este temazo desconocido, ¡mola! Me imagino estando entre el público en ese momento y creo que me habría vuelto loco.


El otro ejemplo que quiero mencionar es ya una versión propiamente dicha y no un breve guiño. A día de hoy tengo entendido que Axl suele tocar él solo "Goodbye Yellow Brick Road" de Elton John en cierto punto del concierto, una canción que es relativamente probable que conozca mucha gente del público. Pero en la gira de los Illusion un tema que Axl solía tocar solo en el piano era "Dust in the Wind".
Un paréntesis. ¿Recuerdan los inicios en la era P2P? ¿Cuando uno se bajaba los discos canción a canción con dificultad y había cientos de fakes? Uno se podía encontrar versiones inexistentes a montones, por ejemplo yo me encontré supuestas versiones de "Stairway to Heaven" interpretadas por cientos de bandas que acababan siendo la de Led Zeppelin de toda la vida - de hecho curiosamente mi primer desengaño fue un "Stairway to Heaven" supuestamente interpretado por Guns N Roses que no era más que la versión en vivo del The Song Remains The Same.
Una canción que siempre pensé que fue un fake era el "Dust in the Wind" de Kansas interpretado por Guns N Roses. Los archivos ponían bien claramente "Kansas cover" y el intérprete era sin duda Axl... pero eso no sonaba a "Dust in the Wind". Cometí la novatada de reescuchar esa versión muchas veces seguida de la de Kansas intentando descubrir en la de Axl la melodía de la original. Al principio lo atribuí a que al ser una versión a piano era normal que sonara diferente a la original, basada en guitarras y violín, pero es que me fijaba en la letra y ni siquiera era la misma. ¿Qué puñetas era eso? Porque en el estribillo Axl realmente decía algo de "Dust in the Wind" por tanto tampoco era un fake. Finalmente me rendí y decidí aceptarla sin más. No me sonaba ni remotamente parecida a la original pero sonaba genial, eso me servía.


Avancemos unos cuantos años en el tiempo. Servidor se encuentra en su último año de carrera trabajando en una oficina como becario. Aquella semana concreta me tocó llevar a cabo una tarea aburrida y repetitiva que por suerte iba a durar pocos días pero que era terriblemente alienante. A causa de ello mis jefas no tuvieron ningún problema en dejarme que la hiciera oyendo música para que se me hiciera más llevadera. En mi MP3 tenía mi nuevo descubrimiento de la semana: el Something/Anything de Todd Rundgren, el disco más prestigioso de un músico del que solo conocía un par de discos que me gustaban mucho y que la verdad pintaba muy bien. Al ser un disco doble en casa sólo había tenido tiempo de oír el CD1, pero sabía que en la oficina tendría tiempo de oírlo entero. Y entonces, en cierto momento sonó una balada impresionante que me encantó al instante. Un tema a piano dramático soberbio. Paré durante un momento mientras lo oía porque quería asimilar aquello. Al acabar volví a ponerlo. Era un temazo, pero había algo más. Esa canción me era extrañamente familiar, pero no sabía por qué. Estuve toda la tarde dándole vueltas a la melodía intentando situarla en algún contexto que justificara que me pareciera reconocible. ¿La había oído en alguna película o anuncio? ¿O a alguien versionándola? Hacía ya muchos años desde que había descargado aquella canción de Guns N Roses, así que tardé un tiempo en hacer la conexión aún cuando el título de esta canción era efectivamente "Dust in the Wind". Una vez en la calle caí en la cuenta, recordé aquel misterioso mp3, aquella balada a piano que no se parecía en nada a la de Kansas... ¡al fin! ¡Axl había versionado un tema de Todd Rundgren!

Lo genial es que "Dust in the Wind" es un caso muy similar a "Sail Away Sweet Sister", una balada maravillosa pero desconocida para el gran público, ya que no suele mencionarse ni aparecer en recopilatorios de Todd Rundgren. Una vez más, Axl volvió a acertar.

Y de nuevo fantaseé con la idea de ver a los Guns N Roses en aquellas giras y escuchar de repente esa canción y flipar sabiendo que seguramente sea de las pocas personas entre el público que la conoce, algo de lo que Axl era consciente. Sería casi como si Axl la estuviera interpretando para mí, como si estuviera haciéndome un guiño de complicidad.

lunes, 24 de junio de 2013

Jeff Beck Group - Jeff Beck Group (1972)


Cuando uno tiene su propio blog o web de música, el primer impulso es siempre escribir sobre los discos que más les gustan. Es lógico, nos gusta hablar de lo que nos apasiona. También tiene para mucha gente un atractivo especial escribir sobre álbums realmente malos, que uno puede destripar a gusto (no es mi caso como pueden comprobar). Pero si hay algo que da pereza escribir es sobre discos normales, que no son ni especialmente buenos ni terriblemente malos. Para romper mi la monotonía que supone escribir casi siempre de discos que me gustan mucho, hoy voy a escribir sobre una obra menor de un artista que me encanta.

De entrada he de decir que Jeff Beck me parece no solo un extraordinario guitarrista, sino uno de los grandes artistas de su época con unas cuantas joyas injustamente infravaloradas. Una entrada dedicada a Truth, Beck-Ola, Rough and Ready o Blow by Blow estaría llena de superlativos y elogios al amigo Beck, pero hoy no será el caso.

Me pasa una cosa curiosa con la discografía clásica de Jeff Beck, hace tiempo me di cuenta que en las parejas de discos que grabó, el primero siempre me parece una obra maestra y el segundo un álbum clarísimamente menor: Truth-Beck-ola, Rough and Ready-Jeff Beck Group, Blow by Blow-Wired. Curioso, ¿no?
El caso de Jeff Beck Group tiene el extra de que es el segundo disco de una formación muy olvidada. Después de crear uno de los cimientos del hard-blues-rock con los dos discos que grabó junto a Rod Stewart y Ron Wood, Beck tenía planes para formar una nueva banda con el batería Carmine Appice y el bajista Tim Bogert manteniendo a Rod como cantante. Un accidente de coche tiró por tierra sus planes, de forma que Rod formó los Faces junto a Ron Wood y Appice y Bogert se unieron a Cactus (aunque años después grabarían un disco con Jeff Beck como power trio).

Jeff se encontró pues sin la poderosa super-banda que tenía planificada (Bogert y Appice son una de las bases rítmicas más potentes del rock) y a cambio decidió tirar por otro camino creando un nuevo Jeff Beck Group que tirara menos hacia el blues-hard-rock y más hacia un sonido de influencias soul, jazz o funk pero manteniendo la esencia rock.


Esta nueva formación incluía a Bobby Tench como cantante acentuando aún más las influencias soul de la música, Max Middleton al piano erigiéndose como uno de los ejes fundamentales (y de hecho repetiría con Jeff años después), Clive Chaman al bajo y, como aliciente sorpresa, el mítico Cozy Powell a la batería - ojo al dato, tercer músico que luego adquiriría un enorme prestigio al que Beck descubre aún siendo un desconocido.

Su primer disco, Rough and Ready, aunque pasó desapercibido en su momento a mí me parece una auténtica obra maestra: todo fluye a la perfección con una banda perfectamente conjuntada, el estilo del grupo es irresistible dejando claras sus influencias pero manteniendo la esencia rock y las composiciones son excelentes (curiosamente es el disco de su carrera con más temas propios y el único que no incluye ninguna versión ajena; y digo curiosamente porque Beck tiene fama para muchos de ser excelente como músico pero mediocre como compositor, algo que este álbum desmiente por completo).

La gran pregunta es: ¿cómo pudo Beck pasar de sacar un disco TAN bueno como Rough and Ready a otro tan olvidable como Jeff Beck Group, sin la magia y la inspiración del anterior?

Vuelvo a insistir en que no es un mal disco, de hecho para mí es de notable bajo y es perfectamente disfrutable. El problema que tiene son las terribles comparaciones. Un disco así sacado hoy en día lo recibiríamos con los brazos abiertos, pero en 1971 después de algo como Rough and Ready la diferencia de calidad es tan evidente que sorprende. 


El problema del álbum es que no solo a nivel de composiciones no resulta tan inspirado (en este caso la mitad son versiones) sino que el sonido es más suave. Aquí no nos encontramos esos maravillosos pasajes instrumentales que había en el álbum anterior y la banda se decanta por un estilo más relajado (y en ocasiones algo aburrido). Muchos lo atribuyen a la elección de Steve Cropper como productor. En la teoría no era mala elección: si Beck estaba dándole un toque más soul a su música, un productor como Cropper que había trabajado en muchas obras del género parecía una buena elección. A la práctica no sabría decir si el problema es que Cropper no supo captar ese sonido tan especial que mostraban en su anterior disco o que sencillamente Jeff Beck buscaba este tipo de evolución.

Los primeros temas suyos que uno encuentra definitivamente no están a la altura de lo ofrecido en Rough and Ready, como la floja "Ice Cream Cake" o "Sugar Cane" (que no obstante es bastante pegadiza).
En cuanto a las versiones, pese a que el "Going Down" del músico Don Nix suele ser bastante celebrado a mí no me mata demasiado. En su lugar destacaría la balada soul "I Can't Give Back the Love I Feel For You" en una versión instrumental muy buena y el "Tonight I'll Be Staying Here With You" de Bob Dylan, una de mis favoritas del disco. Ambas son ejemplos de cómo versionar un tema (algo que Beck ha demostrado saber hacer de sobras en su carrera): tomar la melodía original y conducirla totalmente a su terreno. Hagan la comparación:



Los temas que más nos recuerdan a lo que se nos ofrecía en Rough & Ready o al estilo de Jeff Beck son curiosamente los dos que dejan para el final (y no menos curiosamente, ambos compuestos por el guitarrista): "Highways", que podría encajar perfectamente en estilo en el álbum anterior, y la instrumental "Definetely Maybe" con un extraordinario trabajo de guitarra. Parece casi como si a última hora Beck se hubiera dado cuenta de que en este trabajo apenas se ha lucido como guitarrista e insertara a última hora un tema que nos permitiera recordar que aunque el disco no esté a la altura él sigue siendo el de siempre. No se preocupe señor Beck, en el disco homónimo de Beck, Bogert & Appice y el Blow by Blow volvieron a dejarlo claro.

En todo caso, este álbum también pasó desapercibido y Beck disolvió la banda para vivir nuevas aventuras en solitario.


miércoles, 19 de junio de 2013

Neil Young & Crazy Horse - 15 de Junio del 2013 (RDS Arena, Dublín)


Cuando Neil Young reunió a Crazy Horse hace algo más de 20 años (20 años ya, se dice pronto...) lo hizo con una intención específica. Lo que diferenció ese retorno del de otros grupos de su generación es que no era un regreso nostálgico sino que la idea era rescatar el sonido de Crazy Horse al mismo tiempo que lo adaptaba a los nuevos tiempos. Una mirada adelante y atrás a la vez: atrás por traer de vuelta el sonido de Crazy Horse, adelante porque iba acompañado de un nuevo disco considerado un clásico instantáneo en que actualizaban su sonido de acorde con los tiempos, ganándose un poco de rebote ese apelativo de "padrino del grunge".

Cuando 20 años después Neil vuelve a reunir a Crazy Horse la intención sigue siendo la misma, retomar el estilo Crazy Horse pero al mismo tiempo darle otro enfoque. Y esta vez la intención es claramente llevar su sonido al límite. El hecho de que su nuevo disco sea no solo doble sino el más largo de la carrera de Neil con un tema que roza la media hora y dos que pasan el cuarto de hora, confirma esta idea. Aunque yo soy de los que defiende Psychedelic Pill puedo entender las opiniones contrarias. Nadie pone en duda que en los temas largos las composiciones en sí mismas son muy buenas, el problema es si está justificado que duren tanto. Porque lo que sucede en esos temas es que Neil y Crazy Horse se dedican a alargar las canciones sin moderación alguna. Y eso no es más que la plasmación de uno de los rasgos de Neil y Crazy Horse en directo, que a menudo se desbocaban y se dejaban llevar por jams interminables. Lo que muchos argumentarán, y no sin algo de razón, es que este tipo de jams tienen sentido en vivo pero que en estudio lo suyo es "concentrar" la composición, no necesariamente a 5 minutos, pero sí reduciendo el espacio de jam que normalmente se da en los directos. Ese es el tipo de argumento en contra que estoy dispuesto a aceptar.
Yo, no obstante, no puedo evitar discrepar y celebro el experimento que ha sido Psychedelic Pill. ¿Que "Driftin Back" se pasa en duración? Sin duda, y podría haberse reducido sin problemas a 7 minutos dejando esas jams de 30 minutos para los directos, pero yo cuando escucho "Driftin Back" nunca me he agobiado por su duración ni me he parado a pensar "vale, a partir de aquí ya empiezan a repetirse", de hecho la veo más como una especie de "mantra" repetitivo que podría durar ad aeternum.


Una vez introducida la premisa sobre la que parten estos Crazy Horse podemos pasar a la gira, en la que han vuelto a recrear algunos de los elementos de puesta en escena típicos del tour del Rust Never Sleeps como amplificadores gigantes o roadies disfrazados apareciendo por el escenario (aunque en los conciertos al aire libre no tuvimos nada de eso). Ante la imposibilidad de una fecha en nuestra querida península y mi convencimiento de que no podía morir sin ver a Neil con Crazy Horse, me hice con un billete para el show de Dublín, que tenía lugar en el RDS Arena (antigua pista para carreras de caballos que hoy sirve de campo de rugby).

No fue hasta el día antes del concierto que supe que íbamos a tener no uno ni dos sino ¡tres! teloneros: Little Green Cars, Los Lobos y The Waterboys. Lo bueno es que la espera se haría así más amena, lo malo es que eso implicarían muchas horas de pie (las puertas se abrían a las cuatro y Neil salía a escena a las ocho y media).

Vuestro humilde redactor se dirigió pues a tierras irlandesas el sábado por la mañana con expectativas bastante altas. Después de una breve parada en el hostal (convenientemente cerca de la zona del concierto, todo un acierto a largo plazo ya que por la noche estaba agotado) me dirigí al RDS Arena justo a las cuatro, cuando abrían puertas. A esa hora en la cola no había más de 10 personas, a las que se le podrían sumar las 30-40 habituales que uno encuentra ya dentro por motivos diversos (clubs de fans, colegas que les dejan colarse, etc.).

De mi primera experiencia en un concierto de estadio en el extranjero destaco los numerosos puestos de comida que había dentro, dando más variedad entre la que elegir de lo que estamos acostumbrados aquí, y la cola de entrada de sólo 10 personas en contraste con las que siempre me encuentro en eventos de este tipo. Después del obligado paso al puesto de merchandising perdiendo 30 euros por el camino comenzó la parte más pesada de aguardar el concierto. El escenario contenía el mismo tótem indio que había visto en la gira del Primavera Sound, y el piano hecho polvo apuesto que también sería el mismo. El teclado-aguilucho también estaba sobrevolando sobre nuestras cabezas haciéndonos fantasear con la posibilidad de que descendiera, en cuyo caso sabíamos que sonaría "Like a Hurricane". No obstante no hay que darse esperanzas, Neil se trae todo el equipo para poder tocar lo que le venga en gana, no porque vaya a usarlo necesariamente esa noche (en esta gira por cierto ha tocado puntualmente "Like a Hurricane" en unos pocos conciertos).

A las 5 irrumpieron en escena los dublineses Little Green Cars, una joven banda de pop-rock agradable pero poco relevante que contaban en el público con algunos amigos o familiares que se encargaron de chillar entusiasmados para mantenerlos contentos. Una hora después lo hicieron los veteranos Los Lobos, que hicieron un buen concierto pero inferior a lo que esperaba. Por lo que había leído esperaba una actuación divertida y vibrante, pero los noté muy fríos y que no arrancaron del todo hasta el final.


La gran sorpresa para mí fueron The Waterboys, banda que combina el folk británico con el rock y que tuvo bastante éxito en los 80. Debo confesar que no los conocía y para mí fueron una gran sorpresa. Dieron un auténtico conciertazo de 45 minutos ante un público absolutamente entregado ovacionándoles y coreando todas las canciones. Yo no tenía ni idea de que fueran tan populares, pero la innegable calidad de las canciones que interpretaron junto a la recepción tan entusiasta de la audiencia lo convirtieron en uno de los mejores conciertos teloneros (de lujo, pero teloneros) que he visto.

Dicho sea de paso, la parte final del concierto de Waterboys nos trajo consigo las peculiaridades del clima irlandés. Después de un día caluroso y de sol radiente, después de horas tumbado en el suelo racionando mi agua y quemándome la cara, después de todo eso, nada haría sospechar que el tiempo se pondría en contra, pero amigos, Irlanda es así, y en el último cuarto de hora de Waterboys empezó a llover calándonos hasta los huesos. En la espera entre conciertos volvió a salir el sol pero la lluvia volvería a estar presente más adelante... Hasta entonces maté el rato intentando entrar en calor y observando a los roadies haciendo su trabajo (curioso, uno de ellos llevaba un metro para decidir la distancia exacta a la que tenía que estar cada micrófono, y eso que no hay mucha diferencia de altura entre los tres Crazy Horse) mientras sonaba un disco de Jimmy Reed que me hizo abandonar mis auriculares.

Y ahora sí, a las 20:40 Neil Young, Poncho Sampedro, Bill Talbot y Ralph Molina salieron al escenario ante una gran ovación del público y comenzaron directos al grano con los 10 minutos de "Love and Only Love", a la que le siguió una de mis canciones más especiales de la noche: "Powderfinger", mi canción favorita de Neil tras "Cortez the Killer" que me quedé con ganas de oír cuando le vi en Barcelona hace 4 años.


Un rasgo curioso a resaltar es que en sus conciertos con Crazy Horse, Neil y su banda tocan bastante juntos, concentrados en el centro del escenario sin ocupar toda su extensión. Del mismo modo, como habréis notado los que les habéis visto en vivo o a través de vídeos, en los segmentos instrumentales tienden siempre a cerrarse en círculo delante de la batería, hasta el punto de que en esos momentos a menudo Neil - la estrella de la noche - da la espalda a la audiencia. Puede parecer una tontería pero creo que esta forma de actuar refleja un poco el funcionamiento de Crazy Horse, ese sonido que los hace tan especiales. Porque por si alguien no lo sabía, Crazy Horse están lejos - MUY lejos - de ser unos virtuosos. La clave es ese sonido tan potente y concentrado que consiguen, difícil de describir pero que es fácilmente reconocible por los fans. Y esa tendencia a tocar siempre juntos y replegarse en ellos mismos en las jams instrumentales es un reflejo de cómo así buscan conseguir ese sonido tan compacto y concentrado interactuando entre ellos en todo momento. No me imagino a Neil haciendo su solo de guitarra a un lado del escenario mientras Poncho hace lo propio en el otro sin siquiera mirarse, esa interacción tan especial entre guitarras necesita de comunicación en todo momento entre ellos ante la mirada vigilante de Billy y Ralph manteniendo la contundente base rítmica. Hay quien dice a modo de crítica que Crazy Horse no son más que una banda de garage, y en realidad es una verdad como un templo, pero la clave es cómo Neil sabe extraer magia de esa banda de garage - y de hecho por ello suele alternar giras y discos con Crazy Horse y con otras bandas, porque para muchos de sus proyectos Crazy Horse se le quedan cortos debido a sus limitaciones.

Seguidamente, Neil fue al grano y repasó dos temas de su último disco. El primero, "Psychedelic Pill" no creo que produjera problemas a nadie, un tema breve, pegadizo y bien ejecutado. No se puede decir lo mismo del momento más conflictivo del concierto: "Walk Like a Giant". Se trata de uno de los temas extensos de Psychedelic Pill (para muchos el mejor del disco), repleto de solos y jams "à la Crazy Horse", y la canción propiamente dicha la interpretaron fielmente rugiendo sus guitarras y dejándose llevar. La sorpresa llegó cuando al final del tema la banda se pasó 10 o 15 minutos creando un caos sonoro con sus instrumentos. Al parecer mucha gente de las gradas acabó abucheándoles (no puedo asegurarlo, desde mi zona no lo oí) y muchos a partir de aquí desconectaron por completo del concierto.


Voy a empezar concediéndoles una cosa: un momento así no puedes ubicarlo al principio del concierto, en la primera media hora cuando el público todavía está empezando a entrar en calor, normalmente los instantes más difíciles es mejor ubicarlos en el tramo final. Pero en lo demás a mí no me disgustó ya que este tipo de idas de olla me suelen agradar. En todo caso no es algo completamente nuevo en el universo de Crazy Horse (véase Arc) y no hace más que confirmar el aprecio que siento hacia Neil Young. Que a sus 60 y pico años todavía esté con ganas de dedicarse a meter 15 minutos de ruido en directo sabiendo que buena parte del público no se lo tomará bien, para mí es algo digno de admiración. Este momento tan criticable para muchos, es en mi opinión un signo de que Neil sigue en forma, con ganas de dar guerra y no ir a lo fácil (que al fin y al cabo es lo que ha definido siempre su personalidad artística).

Para compensar ese caos sonoro, Neil, que en el fondo no es mala persona, nos ofreció el paréntesis relajado del concierto. En primer lugar interpretó junto a Crazy Horse un tema nuevo llamado "Hole in the Sky" que no estaba del todo mal. Resulta gratificante comprobar su insistencia por seguir tirando hacia adelante en todo momento: en la gira de presentación de Americana - el primer disco que grabó con Crazy Horse tras este retorno - interpretaba sólo un tema de ese disco y ya tocaba temas de Psychedelic Pill, que aún no estaba a la venta. Ahora en la gira de Psychedelic Pill interpreta algunos temas nuevos, de los cuales en Dublín sólo pudimos oír éste (el otro parece ser que es una balada a piano llamada "Singer Without a Song").


A continuación, Neil cogió su guitarra acústica e interpretó él solo dos temas de corte más folkie. El primero fue otro de mis momentos especiales del concierto: "Comes a Time", una canción suya que adoro y que no esperaba oír, fue muy gratificante oírla y escuchar a todo el público coreándola aún sin ser un tema muy obvio. El segundo ya no me agradó tanto: una versión del "Blowin in the Wind" de Bob Dylan. Entiendo que Neil quiera rendir tributo a uno de los músicos que más admira, pero por desgracia yo no soy fan de Dylan ni de esa canción. No me desagradó pero Neil tiene muchísimas joyas acústicas que hubiera preferido en su lugar (sin pensar mucho, "Sugar Mountain", "Helpless", "Out in the Weekend", "Don't Let It Bring You Down", "Ambulance Blues", etc.). No obstante es de justicia decir que el público no opinaba como yo y la coreó tanto como "Comes a Time".

Después de esa pausa, vuelta a la carga con la última referencia de la noche a Psychedelic Pill: la también extensa "Ramada Inn". En este caso las partes cantadas no me acabaron de agradar al estar algo más ralentizadas que en estudio y no acabarme de encajar, pero a cambio los solos fueron de lo mejor de toda la noche, absolutamente descomunales.


A partir de aquí, todo lo que tocó Neil se centraba en temas clásicos, empezando por una bestial "Cinnamon Girl" que sonaba ultracontundente y fue uno de los momentos más celebrados del público. El siguiente aunque se trataba de un tema imbatible como es "Fuckin' Up" del Ragged Glory, también debió provocar cierta polémica entre algunos asistentes, ya que la alargaron ostensiblemente mediante una jam en que Poncho iba improvisando unos versos y Neil nos hacía repetir una y otra vez "You're just fucked up!". Fue bastante divertido aunque quizá al final se excedieran un poco en la duración, y de todos modos el momento en que volvió a entrar el riff de guitarra fue apoteósico.

En el tramo final y cuando ya por fin empezaba a oscurecer, se sacó de la manga una referencia a Buffalo Springfield con un "Mr. Soul" que pasado por el filtro Crazy Horse era casi irreconocible de no ser por la melodía vocal. Parándose a pensar en ello, parece mentira que el jovencito autor de un tema como "Mr. Soul" sea el mismo que 45 años después haya hecho todo este recorrido y todavía esté con fuerzas para hacer jams ruidosas con sus colegas.
El cierre del set principal fue cómo no la salvaje "Hey Hey My My". Cuando uno le oye gritar el verso "Rock N Roll will never die" al Neil actual con tanta fuerza, realmente uno se cree que debe ser cierto si él lo afirma así - y por cierto, como cantante no ha perdido nada y en los temas más potentes sigue cantando a pleno pulmón como antes.

El bis ha ido variando según los conciertos, normalmente es "Roll Another Number" del Tonight's The Night en versión Crazy Horse junto a "Everybody Knows This Is Nowhere" o, si uno tiene mucha suerte, "Like a Hurricane". Pero no me quejo de la elección que hizo aquella noche, de hecho es mi favorita de las tres por ser mi canción predilecta de su amplio repertorio: "Cortez The Killer". No me supuso el mismo impacto que cuando la oí hace 4 años en Barcelona porque aquella vez era la primera vez que la escuchaba, pero aún así cuando oí las primeras e inconfundibles notas el corazón me dio un salto de la emoción.
Por si la canción no bastara ella sola para emocionar al público, en el momento en que Young la empezó a tocar, justo se puso a llover. Escuchar un tema tan maravilloso como ése con la fina lluvia de acompañamiento fue uno de los momentos más mágicos que he vivido en directo.


A raíz del concierto se ha desatado bastante polémica en la red y han surgido discusiones muy curiosas que reflejan percepciones totalmente contrarias del show: algunos dicen que ha sido el peor concierto de sus vidas, otros que ha sido absolutamente magistral. Un bando esgrime como argumento el que básicamente lo que hicieron Neil y su banda fue a deleitarse ellos mismos con jams larguísimas y autoindulgentes. Los otros dicen que si lo que la gente buscaba era un concierto fácil de Greatest Hits es que no sabían qué era realmente un concierto de Neil Young & Crazy Horse.
Aún estando yo claramente en el bando de la gente que disfrutó el concierto, creo que ambos han perdido un poco el norte porque la premisa es más sencilla. De entrada realmente sólo hubo dos momentos en que la banda se perdió en jams difíciles de digerir (no cuento "Ramada Inn", que no la alargaron respecto al disco y es un tema muy escuchable, pero si quieren contarla eso nos deja con la astronómica suma de 3 jams). Y en cuanto a la ausencia de hits, la banda tocó cuatro temas nuevos y el resto eran todos clásicos. Por el amor de Dios, cualquiera que lea estas discusiones creerá que básicamente se dedicó a tocar únicamente su disco entero (algo que por cierto, podría haber hecho perfectamente porque ya sucedió en giras anteriores). Pero no, aparte de esos cuatro temas tenemos "Powderfinger", "Mr Soul", "Cortez the Killer", "Cinnamon Girl", "Hey Hey My My", "Fuckin' Up", etc. Todos temas de recopilatorio.

Lo que sí es cierto es que algo no ha cambiado: Neil sigue dando que discutir 40 años después. En toda su carrera se ha dedicado a hacer lo que ha dado la gana y a estas alturas es obvio que no va a cambiar. En 1973 en lugar de promocionar Harvest y seguir por esa senda se embarcó en una gira fatídica y lanzó una trilogía de discos anticomerciales, algo que fue muy criticado por el público. Diez años después, en sus experimentos con Trans también fue abucheado en algunos conciertos. Y ahora, en 2013, con sesenta y tantos años, al abuelo se le ha antojado deleitar al público con jams de acoples de sonido de 20 minutos indiferente a una audiencia que no sabe digerir eso. No digo que esto sea mejor que optar por la opción de dar al público lo que quiera (ver esta entrada), pero sí que me parece genial que, si desde joven ha optado por esa actitud, siga siendo fiel a ella hoy día. Todavía en pleno 2013 los conciertos de Neil dan que hablar y provocan división de opiniones. Y no porque toque mal sino porque no le da la gana recurrir a lo fácil.

Eso sumado al hecho de ser de los poquísimos artistas de su época que sigue sacando una media de disco por año (y que además sean discos que a menudo den que hablar para bien o para mal) hace que para mí Neil sea el músico de rock que mejor ha envejecido y con una carrera más longeva a la par que interesante de la historia del rock. No se me ocurre ahora mismo ningún otro que se le acerque siquiera en ese aspecto. Dios te bendiga, maldito canadiense cabezota

viernes, 14 de junio de 2013

Marlon Brando, Neil Young and me

Ahora que me encuentro a solo unos días de ver a Neil Young con Crazy Horse en Dublín es quizá un buen momento para escribir esta entrada sobre la relación que he tenido con este tipo que con el paso del tiempo se ha convertido en uno de los músicos a los que más admiro y a los que tengo un cariño más especial. El bueno de Neil.


Durante mucho tiempo para mí Neil Young era otro de esos nombres que me sonaban vagamente pero no asociaba más que a otra leyenda del rock mítica de la que no tenía ni idea. Supongo que descubrí "Heart of Gold" en algún recopilatorio, pero poco más.

Me decidí a profundizar en el amigo Young gracias a una página web con reseñas de discos de varios autores. Había uno en concreto que hacía unas reseñas tremendas de grupos que ya conocía como la Velvet Underground o los Rolling Stones, y vi que había escrito sobre varios de los discos míticos de Neil, así que le eché un vistazo a sus críticas. El caso es que aunque tarde o temprano habría acabado llegando a Neil de una forma u otra, fue este tipo quien me hizo dar el paso con sus textos desbordados de pasión sobre la magia de la música de Neil. Era imposible no dejarse contagiar por su entusiasmo, y me bajé Zuma, uno de los discos de los que mejor hablaba.


Vayamos por partes, Zuma me gustó pero no me encantó de primeras. Lo que me encantó fue "Cortez The Killer", que me fascinó desde la primera escucha. Recuerdo lo mucho que alucinaba con las guitarras del principio que parecía casi que estuvieran llorando, o al menos esa fue la impresión que me dio a mí. Y cuando empezó a cantar "He came dancing across the water...", ese verso se me quedó grabado. Había en esa canción una forma de tristeza que no estaba acostumbrado a oír en música que me caló y desde entonces no me ha soltado.
Como digo, el resto del disco me gustaba pero realmente no me volvía loco, mi enamoramiento fue progresivo. Recuerdo concretamente un sábado que me desperté solo en casa con muchas ganas de oír el álbum. Ese fue el momento en que todo hizo clic y cuando empecé a convertirme en un fan de Neil Young. Cuando descubrí la forma como "Don't Cry No Tears" me ponía automáticamente de buen humor, o que en temas de letras (e intenciones) tan incisivas como "Barstool Blues" o "Stupid Girl" me era imposible no ponerme de parte de Neil.

A partir de aquí decidí seguir profundizando en su carrera. Mi siguiente paso fue el Harvest, que encontré entre la colección de vinilos de un amigo de mi padre. No esperaba mucho del disco porque el crítico que mencioné antes no hablaba demasiado bien de este álbum, pero a mí me encantó desde la primera escucha. Es una de esas primeras escuchas que recuerdo con toda nitidez. Poner la aguja sobre el vinilo un domingo por la tarde, sonar las primeras notas de "Out on the Weekend" y esa armónica tan folkie. Eh, pues no empieza mal esto. Neil empieza a cantar:

Think I'll pack it in
and buy a pick-up
Take it down to L.A.
Find a place to call my own
and try to fix up.
Start a brand new day.

Y yo estaba embelesado. Me encantaba cómo sonaba, y eso que por entonces el folk no me iba mucho. Y entonces llega el estribillo, con esa guitarra pedal steel de fondo y Neil remarcando los versos con la armónica. Una canción tan sencilla que seguro que nadie resalta entre su repertorio y a mí fue de las que más me marcaron con diferencia.


El Harvest fue siempre uno de mis predilectos, aunque durante años solo lo tenía en vinilo. Siempre me gustó el contraste entre los temas más folk como el mencionado u "Old Man" y el ramalazo rockero del final.

Mis siguientes adquisiciones vinieron motivadas en gran parte por ser dos de los discos con mejor fama y porque en un foro que regentaba un tipo cuya opinión respetaba bastante los señaló como sus dos obras maestras: After the Gold Rush y Everybody Knows This Is Nowhere. No sabría decir cual vino antes, en mi recuerdo vienen juntos, por un lado el disco que representaba la faceta baladística de Neil y por otro el disco rockero por excelencia de Neil con Crazy Horse. Con ambos me pasó algo más parecido a Zuma que a Harvest: me gustaron enseguida pero me fueron encantando progresivamente, con el paso del tiempo.  En esa misma época conocí en la universidad a un buen amigo que también escuchaba música rock y que casualmente estaba descubriendo también a Neil Young en esa época. Durante esos años cambiamos continuamente impresiones sobre la música del canadiense, y cuando Neil vino en concierto unos cinco años después fuimos juntos. Aunque nos separamos dentro del recinto por la marabunta de gente, al acabar el show me confesó que lloró durante "Cortez The Killer". En cierto modo Neil siempre estará asociado para mí a ese amigo.

Bueno, llegado a este punto Neil Young, quien unos pocos años atrás era un desconocido para mí, se estaba convirtiendo cada vez más en uno de mis músicos favoritos. Aunque aún conocía sólo esos discos, por esos años empecé a familiarizarme con su discografía y su personalidad. Por ejemplo me di cuenta de que era una figura respetadísima incluso en la comunidad grunge (ya saben, el padrino del grunge) y que Neil era un tipo algo testarudo al que le encantaba hacer lo que le diera la gana durante toda su carrera. También en esos años subió más puntos en mi escala cuando escuché el Déjà Vu de Crosby Stills Nash & Young, un álbum que se convirtió desde la primera escucha en uno de mis favoritos de todos los tiempos. Neil contribuía con dos temas, pero ya no se me escapaba que ese sonido de guitarras que se escuchaba en otros temas como "Woodstock" o "Almost Cut My Hair" debían mucho al canadiense, de hecho en el debut del grupo no existía ese sonido, así que su influencia era innegable.


Mi siguiente paso mientras estaba en la universidad fue Tonight's The Night, un disco oscuro y algo difícil por las circunstancias que le rodeaban - y de hecho era todo eso lo que lo hacía tan atrayente para mí - que durante mucho tiempo fue mi segundo favorito de Neil. La imagen que tenía en la portada con esas pintas tan andrajosas, la melancolía nocturna que impregnaba todo el álbum, la voz de Neil quebrándose en "Mellow My Mind"... todos estos detalles me fascinaban especialmente y me aportaban una nueva faceta de Neil que me encantaba.

Siguiendo por ese camino, mi siguiente adquisición fue On The Beach, que seguía un poco la línea de Tonight's The Night. El álbum era claramente inferior a todos los que tenía (al menos en mi opinión) pero de nuevo me fascinó por ese estilo tan triste y esa forma de abrir sus entrañas para dejar al descubierto sus fantasmas interiores. Por aquel entonces yo estaba acabando la carrera y Neil ya era oficialmente uno de mis músicos favoritos. Pero el año siguiente fue cuando se produjo la mayor "fiebre Neil" de mi vida.


2009 fue mi año Neil Young por varios motivos, de los cuales el más importante es obviamente que vino a Barcelona en concierto y pude verle en el que, de momento, es el que considero el mejor concierto que he visto en mi vida. Pero no nos adelantemos. Por entonces ya había adquirido la costumbre de escuchar un disco nuevo de Neil cada año, y con motivo del concierto pensé en adquirir alguno de los más míticos que aún me faltaban de los que seguramente tocaría algunos temas. La cosa estaba entre Rust Never Sleeps o Ragged Glory. Me decanté por el primero.

De entrada, nunca he considerado Rust Never Sleeps como uno de los discos cumbre de Neil Young aún cuando es de los más reputados. Partiendo de esa base, es decir que siempre lo he mantenido a distancia de los otros que mencioné antes (salvo On The Beach), me gustó sobre todo por algunos temas concretos: "Pocahontas" y "Powderfinger" se convirtieron instantáneamente y desde entonces en mis temas favoritos de Neil tras "Cortez The Killer" y "Hey Hey My My" literalmente me noqueó por lo bruto que sonaba. A esas alturas Neil me seguía sorprendiendo.

Tras este descubrimiento, los meses previos al concierto viví una fiebre Neil Young que superó mis propias expectativas y elevó a Neil directamente alrededor del Top5 de mis músicos favoritos, lo cual no es poca cosa. En ese misma época no me resistí a grabarme su directo Live San Francisco 1978, que complementé con el DVD del Live Rust. Durante más de un mes, cada tarde al llegar a casa subía a la terraza de mis padres, donde teníamos un pequeño equipo de música, y me ponía ese directo mientras estudiaba para un examen importante de francés que tenía por entonces. Siempre asociaré ese disco a esa época, ese mes de Mayo en que cada tarde llegaba, le daba al Play y empezaba a sonar "Sugar Mountain". Mi obsesión por Neil en aquella época rayó lo enfermizo - cuando me da fuerte por una obsesión musical, tiendo a sobrepasarme - y sospecho que mis vecinos debieron acabar más que hartos de ese puñetero disco, pero yo nunca me cansaba. De vez en cuando me ponía el DVD y me fascinaba ese inicio del set acústico en que Neil cantaba con un micrófono incorporado, de manera que se paseaba libremente por el escenario mientras rasgaba su guitarra.


El concierto en el Primavera Sound fue la coronación de mi fiebre Neil Young. Fue un cúmulo de circunstancias, comenzando por la feliz casualidad de verle justo en una época en que estaba obsesionado por su música. A eso hay que sumarle que esa gira se marcó un setlist maravilloso - según el tour los setlists de Neil son una lotería - donde no se dejó ninguno de sus típicos hits como "Heart of Gold", "Cinnamon Girl" o "Rockin' in the Free World" pero además me sorprendió interpretando temas suyos que me encantaban y no esperaba: "Cortez The Killer", que fue un momento sumamente especial al ser MI canción de Neil; "Down by the River", a la que justamente llevaba varias semanas enganchadísimo (cuando empezó a sonar no me lo podía creer) y, una sorpresa muy muy especial para mí, "Pocahontas" en versión eléctrica... justo la había descubierto ese año y estaba obsesionado con esa canción, y Neil decidió ofrecerme la sorpresa de interpretarla aún sin ser uno de sus clásicos más obvios.
A eso hay que sumarle que musicalmente estaba en plena forma, como bien demostró con ese inicio tan contundente con "Mansion on the Hill" y una desbocada "Hey Hey My My". También permanecía intacta esa capacidad suya tan especial de conmover al oyente, esa facilidad innata que tiene de tocar ciertas fibras sensibles a la que no todos los músicos llegan, como quedó claro en "Old Man" (con ese banjo tocado por un roadie al que la gente ovacionaba como si fuera una estrella) y, sobre todo, en "Mother Earth", un tema que no me gustaba especialmente pero que tal y como interpretó al órgano me hizo un nudo en la garganta. ¿Cómo puede conseguir que una canción que no me motiva demasiado me conmueva tanto?


Después de llegar a este punto de auge con Neil (complementado por cierto con la lectura de una biografía bastante interesante llamada Shakey) llegué a cierto punto de relajación. El año siguiente no tuve una fiebre Neil tan pronunciada como los anteriores y por ello decidí que ese año adquiriría como nuevo disco el recopilatorio Decade. ¿Por qué un recopilatorio? Porque ese incluye muchos temas que no están en sus discos de estudio y temas de Buffalo Springfield que no voy a poder tener de otra manera (no soy muy fan del grupo así que en principio no creo que compre los discos). En circunstancias normales me daría pereza adquirir ese en vez de un disco de estudio propiamente dicho, así que aproveché.

Los siguientes años fueron un poco por el estilo. Cada año tengo algunas rachas Neil en que rescato su música, pero no fueron tan obsesivos como los anteriores. El siguiente disco suyo que adquirí fue American Stars 'n Bars, consciente de que era una obra menor para reservarme otras más interesante para el futuro... como sucedió el año siguiente con el mítico Ragged Glory. Reconozco que el disco no me impactó tanto como desearía, quizá se me hizo algo espeso para asimilarlo bien, pero un año después ya le estoy cogiendo el punto y apreciando su grandeza.


2012 fue un gran año para muchos fans de Neil Young por un motivo: Young volvía a trabajar con los Crazy Horse. Después de muchos años yendo por su cuenta, Young volvió a acudir a sus compañeros Poncho Sampedro, Billy Talbot y Ralph Molina con los que grabó la friolera de dos discos en un mismo año... ¡y uno de ellos doble! El primero, Americana, eran versiones de canciones tradicionales americanas al estilo Crazy Horse, pero el segundo resultó mucho más interesante. No sólo era Psychedelic Pill el disco más largo de su carrera sino que tenía varias composiciones basadas en extensas jams que recordaban a los mejores momentos de los Crazy Horse. La comunidad de fans de Neil Young estaba eufórica, y por ello cuando se anunció el tour europeo muchos estuvimos atentos día a día a las fechas de los conciertos, que por desgracia no se anunciaron de golpe sino a cuentagotas.

Mi idea inicial era ir a verles en alguna fecha que cayera en sábado para no tener que solicitar un día libre en el trabajo, y de las pocas que había a escoger me decanté por Bruselas, ya que además era una ciudad que no conocía. Pero el temor a que cayera alguna fecha en España, aún sabiendo que era dificilísimo, me hizo esperar demasiado hasta que se agotaron las entradas de Bruselas. Eso me animó a lanzarme y de un día para otro me encontré de repente con una entrada para verle en Dublín la semana siguiente - el destino ha sido generoso conmigo, entre la fecha de Bruselas y la de Dublín tengo un examen de certificado de francés, en esta nueva fecha podré ir al concierto con la tranquilidad de haber hecho ya el examen.


Eso sucedió a finales del 2012, ahora me encuentro en pleno 2013 de nuevo nervioso por volver a ver a Neil... además con los Crazy Horse. Mi disco de Neil de este año ha sido lógicamente Psychedelic Pill para prepararme para el concierto, y debo decir que ha superado mucho mis expectativas. Aún reconociendo que no es mejor que Ragged Glory creo que lo estoy disfrutando más, quizá por la diferencia de expectativas que tenía ante cada disco o sencillamente porque me ha pillado de mejor humor. En todo caso me muero de ganas de oír estos temas en vivo, y realmente son poquísimas las veces en que he ido a ver a un artista de cierta edad y he deseado oír canciones de su último álbum. Que a estas alturas de la película Neil todavía consiga despertar interés hacia un disco nuevo  y yo no soy un fanático al que le guste todo lo que hace - dice mucho en su favor.

Comienza la cuenta atrás y rezo para que no surja ningún imprevisto (hace 4 años tuve que renunciar a un concierto en Roma de Crosby Stills & Nash con las entradas y billetes de avión comprados). Si todo va bien, allí nos veremos señor Young.

lunes, 10 de junio de 2013

Genesis y Grateful Dead: dos formas de entender los directos


El mes pasado caí nuevamente en la tentación haciendo un pedido a Amazon de dos discos que se me antojaba tener y que sabía que querría tener originales. Curiosamente eran dos directos de dos de mis grupos favoritos que representan una visión absolutamente contrapuesta de lo que es actuar en vivo: Genesis Live y Ladies and Gentlemen... The Grateful Dead.

De entrada la comparación entre cual de los dos es mejor sería totalmente injusta, sería como un combate de boxeo entre un luchador delgaducho contra un enorme mastodonte. A un lado del ring tenemos Genesis Live, un directo sacado sin consentimiento del grupo que ni siquiera era doble ni contenía el mejor momento de su repertorio, "Supper's Ready", porque ya se cargaba una de las dos caras. Al otro tenemos un directo cuatriple (cuatriple en CD, ya que se ha editado décadas después en plena era digital, en vinilo desconozco cuantos ocuparía...) que documenta a Grateful Dead en la que se considera la mejor época de su carrera, mientras que Genesis Live, aún encontrándose en su edad de oro, es previo a sus dos obras cumbre en estudio.

De hecho el motivo por el que adquirí Genesis Live es puro completismo, ya que existen algunos bootlegs de buena calidad de esa época del grupo con setlists más extensos y que les hacen más justicia. No obstante sigue siendo un buen directo.


Dejando de lado pues las comparaciones injustas entre dos discos en vivo que ni han salido en las mismas circunstancias ni juegan en igualdad de condiciones, no pude evitar hacer una comparación en términos más generales. Los Genesis de Peter Gabriel y los Grateful Dead de principios de los 70 son dos de las bandas que más me habría gustado ver en vivo, pero como ya he dicho curiosamente son dos concepciones absolutamente contrarias de lo que debe ser un concierto.

Por un lado los Grateful Dead, banda psicodélica y de folk-rock, se ganaron a pulso la fama de ser una banda sobre todo de directos más que de estudio mediante larguísimos conciertos basados en las jams e improvisaciones entre miembros del grupo. De un día para otro la banda podía cambiar totalmente el setlist, el cual por cierto a menudo estaba formado por versiones ajenas (a veces presentes en discos de estudio del grupo y a veces no), que iban desde el blues y el folk clásico a temas de soul o Chuck Berry (en los 90 incluso les dio por tocar "Baba O'Riley" de los Who, aunque obviamente no les quedaba bien).

Por el otro lado tenemos a Genesis, estandartes del prog-rock británico, que únicamente se centraban en su propio material y buscaban calcar las canciones a las versiones de estudio. Los setlists del grupo eran cerrados ya que uno de los grandes alicientes de sus conciertos era su llamativa puesta en escena con Peter Gabriel disfrazándose de cualquier cosa que se le pasara por la cabeza para representar las canciones.

El terreno natural de Grateful Dead era el directo mientras que el de Genesis el estudio, por ello mientras los Dead daban lo mejor de sí en directo, a cambio Genesis tienen mejores discos en estudio con composiciones tan complejas que bastante trabajo les daba poder trasladarlas al directo como para pensar en variarlas - de hecho soy incapaz de imaginarme al grupo todoterreno de García enfrentándose a temas de ese tipo.


Son por tanto dos formas magníficas de hacer directos pero totalmente contrapuestas: Genesis calcando su material y dándole el aliciente de una trabajadísima puesta en escena que lo hace tan especial y Grateful Dead con sus jams y sus imprevisibles setlists llenos de versiones. Supongo que el manual del rockero auténtico se decantará sin duda por la segunda centrada únicamente en la música, pero no creo que una sea mejor que la otra ya que ambas triunfan en el propósito de deslumbrar al público en conciertos y tanto una como otra conllevan un gran trabajo detrás. Lo de servirse de disfraces y una puesta en escena no creo que sea "trampa" ya que es un recurso al que cualquier grupo puede recurrir y de hecho tiene su propia complejidad (sincronización perfecta entre música y el resto de elementos) y riesgo (sin duda salir al escenario disfrazado de flor era una apuesta arriesgada la primera vez que Peter se decidió a hacerlo).

En 1972 uno podía disfrutar en Reino Unido de ver a Grateful Dead en su histórico tour del 72 y a Genesis deslumbrando con la reciente "Supper's Ready". Yo desde luego mataría por haber estado en ambos conciertos, son dos facetas del rock que adoro cada una a su manera



miércoles, 5 de junio de 2013

The Doors - Morrison Hotel (1970)


Morrison Hotel fue literalmente el disco que salvó a los Doors de su destrucción, el álbum que consiguió relanzar su carrera en un momento en que todo parecía indicar que ya no daba más de sí. OK, es cierto que a la práctica este resurgimiento sólo aportó dos discos, pero ambos han sido muy significativos. De haberse separado tras The Soft Parade, algo que en 1969 parecía inevitable, los Doors no tendrían un estatus tan mítico hoy día. Serían recordados más como otra de las grandes bandas de la escena de la Costa Oeste tipo Moby Grape antes que como uno de los grupos más míticos de la historia. Ojo, no lo digo como algo peyorativo hacia los señores Moby Grape y demás grupos de esa escena, sino en el sentido de que serían una de esas bandas con una obra maestra clásica del rock y un puñado de muy buenos discos pero que ya solo conocerían los expertos o más interesados en este tipo de música. Es cierto que el éxito de los Doors en su momento fue mucho mayor que el de sus compañeros, y ninguna otra banda de entonces tenía un líder tan carismático como Jim Morrison, pero sigo creyendo que de haberse separado en 1969 hoy se verían más como una banda con un disco genial cuya carrera solo la conocerían a fondo la gente más puesta en ese tipo de música.
Por ello creo que ese último resurgimiento fue tan importante, les hizo crear dos discos aclamadísimos (el segundo de hecho para muchos es su mejor obra) con una colección de temas imbatible en que demostraban que aún tenían mucho que decir. De esa forma alcanzaron el estatus de banda legendaria que tienen hoy día.

Los Doors por entonces necesitaban un disco como Morrison Hotel más que nunca, un álbum que les diera un soplo de aire refrescante después de unos últimos años tan convulsos. Después de sus dos geniales primeras obras que les posicionaron como una de las bandas clave de EEUU, sus siguientes discos resultaron algo más problemáticos. Hoy día Waiting for the Sun y The Soft Parade gozan de un respeto otorgado por la perspectiva del paso del tiempo, pero en su momento, aún siendo éxitos de ventas, supieron a poco. Y lo que es peor, Jim no quedó nada satisfecho con el resultado. En Waiting for the Sun le vetaron su ambiciosa y larguísima composición "Celebration of the Lizard" y en Soft Parade se añadieron instrumentos de viento y cuerda para darle un sonido más pulido que no convenció a nadie de la banda. El cantante de hecho estaba tan insatisfecho que quiso romper el pacto de firmar todos los temas a nombre de la banda para separar sus composiciones de las del guitarrista Robby Krieger, ya que no estaba nada conforme con algunas de las aportaciones del guitarrista.
A eso hay que sumarle que por entonces Morrison era un alcohólico consumado que, al sentirse insatisfecho con lo que se estaba haciendo, tomó una actitud pasota acudiendo a numerosas sesiones borracho y haciendo que la grabación fuera un infierno. Si eso se limitara a las grabaciones, podría ser pasable, pero lo peor es que acabó afectando negativamente a los directos, de forma que la banda alternaba en esa época conciertos magníficos y llenos de lucidez con otros patéticos, siempre condicionados por cómo estaba Morrison aquella noche. Eso minó su reputación, teniendo como momento cumbre al famoso incidente en Miami que llevó a la detención del cantante acusado de exhibicionismo y que supuso el punto más bajo de la historia del grupo.


Y aquí es donde debemos posicionarnos para entender la importancia de Morrison Hotel. Un Jim Morrison acabado deseando dejar una banda con la que no se sentía identificado y cuyos últimos discos no le gustaban pero que dependía de ellos para ganar dinero. Una banda que musicalmente parecía perdida sin rumbo después de dos primeros discos impactantes. Su fama en directo en capa caída, habían pasado de tener un provocador y sensual cantante medio poeta que conectaba con la audiencia de una forma nunca antes vista a un patético borracho. Los Doors podrían haberse separado fácilmente por entonces y entonces los veríamos hoy día como una de esas bandas con un inicio de carrera espectacular que luego nunca pudieron igualar. Pero en lugar de eso, Jim decidió volver a implicarse y rescatar a la banda. Y para ello les propuso tomar un cambio de dirección que ya hacía años que tenía en mente: pasarse al rock más simple y directo.

Morrison por entonces ya no se veía volviendo a la psicodelia, y de hecho tras su segundo álbum ya había insinuado la idea de convertirse en una banda de blues-rock, sobre todo tras ver los directos de Canned Heat, uno de sus grupos favoritos de la época. Después de dos discos que tiraban por un sonido más accesible, Morrison propuso dar un lavado de cara al grupo y transformarse en una banda de rock de carretera: canciones sencillas y contundentes. Él mismo ya no quería ser el sex symbol provocador de antaño, sino un bluesman. La idea por supuesto cuajó y dio como resultado un disco muy bueno que devolvió la credibilidad al grupo en la época más difícil de su breve existencia.


Morrison Hotel es un término medio entre los Doors de antaño y los de L.A. Woman, donde ya se decantan abiertamente por el blues.

El disco empieza fuerte con el que es claramente su mejor tema y el gran clásico indiscutible, una de las grandes canciones de los Doors por no decir directamente la mejor: "Roadhouse Blues". Se trata de un blues-rock infalible, de ésos que suenan tan bien que te cuesta creer que no hubiera sido compuesto antes. Suena chulesco y auténtico, Jim Morrison está soberbio y el solo de guitarra es preciso y directo a la mandíbula (en algunos sitios he leído que ese solo no es de Krieger sino del bajista de estudio Lonnie Mack, de hecho Jim antes del solo dice algo así como "Do it Lonnie, do it!"). Como curiosidad, a la armónica les acompañó John Sebastian y Manzarek esta vez optó por un sonido de piano de bar en lugar de su famoso órgano. Es la mejor presentación posible de estos nuevos Doors que aspiraban a ser un auténtico grupo de bar de carretera.

Pero pese a ese prometedor inicio, el resto del disco ya sigue las líneas de los Doors más clásicos, si acaso tirando por un sonido más simple, pero desde luego aún no se habían transformado en la banda de puro blues que encontramos en L.A. Woman - la única clara continuación de "Roadhouse Blues" sería "The Spy", un blues lento en que Manzarek vuelve al piano. De hecho el segundo tema es un descarte de su tercer álbum, la canción que iba a dar nombre al disco: "Waiting for the Sun". Es un retorno a su sonido más misterioso y psicodélico, y para mí es claramente mi segunda favorita del disco aunque no sea de las más mencionadas. En concreto me vuelve loco ese contraste entre partes más psicodélicas y otras en que irrumpe ese sonido potentísimo que me dejó boquiabierto la primera vez que la oí.



El otro gran clásico del disco tras "Roadhouse Blues" es "Peace Frog", del guitarrista Robby Krieger. Es un buen tema con un riff y melodía pegadizas en que Morrison hace referencia en la letra a una experiencia que vivió durante su infancia y le traumatizó, cuando vio a una familia de indios que había sufrido un accidente en la carretera. Empalmada con ésta creando un curioso contraste está "Blue Sunday", un tema lento con protagonismo del órgano por el que siempre he sentido debilidad.

Del resto del disco yo destacaría sobre todo los tres últimos temas, que son mis favoritos de la cara B. "Indian Summer" es un tema muy tranquilo que he redescubierto en mi último enganche al disco. "Queen of the Highway" por otro lado es la mejor de la cara B, un tema con vocación de clásico, y "Maggie M'Gill" es un contundente final de disco basado en una melodía repetitiva.

A nivel comercial, la estrategia de Morrison Hotel funcionó. El disco fue un éxito inmenso que renovó la credibilidad del grupo de cara a entrar en una nueva década y que les dio a sus componentes una nueva motivación para continuar volcándose en su faceta más blues.