Atentos porque esta es la primera y, seguramente, última entrada que escribo sobre KISS.
Mi opinión sobre ellos es bastante sencilla: no me gustan. He oído algunos álbums suyos de estudio como Destroyer y su debut además de los dos clásicos álbums en vivo, que son los que tenían más puntos para gustarme, pero no ha sido así. Bien, no pasa nada, hay gustos para todo.
El caso es que antes mi opinión de ellos era más bien desfavorable sencillamente porque su música no me gustaba, pero con el tiempo he acabado simpatizando más con sus fans que con sus detractores sin darme cuenta.
¿Por qué? Pues porque simpatizo más con la gente que defiende su música (aunque no concuerde con ellos) que con una actitud que he visto muy a menudo en los anti-KISS consistente en despreciarlos por todo el rollo de ir pintados, hacer conciertos con mucha parafernalia y fuegos artificiales y todo el merchandising que hay tras ellos. El caso es que me parece una actitud bastante estúpida y no veo cómo esa gente no se dan cuenta de algo bastante lógico: tan superficial es adorar a KISS solo por su parafernalia como odiarlos sólo por su parafernalia.
Que alguien me diga que su música le parece basura no me parece mal, es solo una opinión (que conste que aunque a mí no me gustan tampoco creo que sean malos), pero el caso es que la mayoría de detractores de KISS utilizan como argumento el maquillaje, los fuegos artificiales y todo el negocio que han hecho tras su nombre hasta llegar a extremos ridículos. Es decir, esa gente que supuestamente están por encima de todo el espectáculo que hay alrededor de su nombre caen en su propia trampa y los juzgan por lo más superficial de todo y no por lo que cuenta, la música.
Hace unos años se produjo en Barcelona un hecho curioso: coincidieron una misma noche en concierto KISS y Bob Dylan. Más de uno dirá que no hay ningún problema porque a nadie le molestará esa coincidencia al ser públicos distintos, pero es absurdo, estoy seguro de que había cientos de personas a los que les habría gustado presenciar los dos conciertos.
El caso es que esa coincidencia no se produjo solo en la noche escogida sino incluso en el lugar, ya que ambos conciertos se realizaron muy cerca: en el Poble Espanyol en el caso de Dylan y en el Palau Sant Jordi en el caso de KISS. Debió ser curioso ver la coincidencia de gente que iba a uno u otro concierto, intentar adivinar a cual iba cada uno por sus pintas y sorprenderse por las numerosas excepciones (gente que tenía aspecto de ir a uno e iba al otro).
También da juego esta coincidencia para hacer una comparación. Ambos son músicos legendarios (nos guste o no es así) pero con una visión de la música en directo totalmente opuesta.
Dylan es la antitesis del espectáculo, normalmente parco en palabras y estático en su sitio (según tengo entendido, depende de la noche le da por ser más comunicativo pero nunca ha destacado por ese aspecto). Interpreta sus temas en clave blues de forma que algunos fans a veces se quejan de que son casi irreconocibles, no le importa dejar fuera del setlist clásicos imprescindibles y, resumiendo, hace lo que le da la gana. La mayoría de sus fans lo aprueban porque Dylan siempre ha sido así y sigue fiel a sí mismo.
KISS en cambio son puro espectáculo: fuego, sangre, tíos volando, confeti y un frontman que según entendido a veces es hasta demasiado comunicativo con el público. Sus setlists no se dejan fuera ningún clásico imprescindible y, en general, sus conciertos dan a la audiencia lo que ésta espera de ellos.
Dos formas contrarias de entender la música reunidas una misma noche a pocos minutos de separación. Curioso, ¿verdad? Yo, al no ser fan de ninguno de los dos y, por tanto, mirándolo desde la distancia, respeto ambas formas de dar conciertos y no creo que ninguna de las dos sea mejor que la otra. Simplemente son dos actitudes diferentes, mientras ambas se correspondan con buenos conciertos, no veo por qué la opción Dylan ha de ser más auténtica solo porque se empeñe en demostrar cómo suda de todo. De hecho, si tuviera que elegir uno de los dos conciertos quizá me decantaría por KISS pese a que musicalmente Dylan y su actual acercamiento blues se corresponden más con mis gustos.
En todo caso, gusten más o menos, me parece tan respetable la devoción de KISS hacia sus fans como el riesgo de Dylan por hacer lo que le da la gana. Del mismo modo que tan respetable es un grupo basado simplemente en su música como otro que la adorne con parafernalia y fuegos artificiales siempre que haya buena música detrás. Y si no la hay, lo criticable es la música, no la parafernalia, ¿no?
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