jueves, 22 de noviembre de 2012

Deep Purple y la música clásica

Deep Purple es una banda que ha pasado a la historia del rock esencialmente por su contribución al hard-rock. Resulta lógico, puesto que sus mejores y más importantes obras las realizaron en ese género, pero hay otra faceta de la banda que también debería ser tenida en cuenta por lo innovadora que fue en su momento: su relación con la música clásica.


Estos días me he animado por fin a escuchar los tres primeros discos de Deep Purple que grabaron antes de la incorporación de Ian Gillan al micrófono y con Rod Evans como cantante. Reconozco que me daban algo de pereza, me esperaba tres discos hijos de su tiempo que no hubieran envejecido del todo bien, pero en realidad son bastante buenos. Por aquel entonces sonaban muy parecidos a los Vanilla Fudge, es decir, una banda de rock con toques ácidos destacando la fuerte presencia del órgano y la contundente batería (estoy seguro de que el batería de Deep Purple, Ian Paice, tenía como modelo a imitar al influyente Carmine Appice de los Vanilla Fudge). Solo se intuye el futuro sonido hard-rockero en la contundencia de su interpretación, especialmente la batería. También se podría decir que por entonces el líder era más bien el teclista John Lord, que es el gran responsable de lo que hablaremos hoy.

Las tres obras iniciales del grupo tenían el aliciente extra de mostrar las primeras tentativas de combinar rock y música clásica, un camino iniciado por los Moody Blues con Days of the Future Passed y que luego llevarían más lejos bandas como The Nice o nuestros amigos Deep Purple.

Lo curioso es la forma como lo plantean Deep Purple en sus dos primeros discos. Básicamente lo que hacían era versionar temas de música clásica junto a otro que fuera un clásico del pop-rock. Para rematarlo, en el listado de canciones nunca mencionaban la pieza de música clásica (¿para no espantar a los fans?) sino únicamente la canción de pop-rock, de modo que la primera vez que escuché estos discos y llegaba a estos temas quedaba algo descolocado, ya que antes que la prometida versión me encontraba una larga introducción instrumental que luego acababa reconociendo como música clásica (en su mayoría son piezas muy famosas).

En su debut Shades of Deep Purple hay dos ejemplos. El primero es una versión de "I'm So Glad" precedida por "Prelude: Happinness" (única pieza clásica que acreditan en el listado de canciones) de la suite Scheherazade de Korsakov. De esta tema siempre me ha gustado mucho la forma como a mitad irrumpe sorpresivamente la melodía de guitarra de "I'm So Glad".
Pero en mi opinión es aún mejor su versión de "Hey Joe" combinada con el Bolero de Ravel (hola, Jeff Beck), por una razón muy sencilla, porque ahí realmente se combinan las composiciones, y no es simplemente que el Bolero sea la intro, como sucede con "I'm So Glad". Vean a que me refiero dándole una escucha:


En su segundo álbum ofrecen una versión del "We Can Work It Out" de los Beatles precedida de una parte instrumental llamada "Exposition" que se basa en la séptima sinfonía de Beethoven (más de uno se verá tentado de decir "oh, un tema en que versionan a los dos compositores más grandes de todos los tiempos"... abstenerse por favor). Para el cierre del disco sin embargo apostaron más fuerte con una versión de "River Deep Mountain High" de Ike & Tina Turner precedida de... ¡¡"Así Hablo Zaratustra" de Strauss!! Al parecer la elección de este tema de música clásica venía motivado por el visionado de 2001, Una Odisea En El Espacio de Kubrick, que se estrenó en esa época y debió impactarles profundamente.


La verdad es que resultan experimentos muy curiosos, y el hecho de poner juntos un tema de Skip James junto a uno de Korsakov o a Ike & Tina Turner con Strauss ya es una declaración de intenciones. Pero fue en su tercer disco, Deep Purple, donde Lord se animó a hacer una combinación de rock y música clásica que no fueran versiones, sino una composición suya: "April" (¡¡ojo al vídeo!!):



Después del fracaso de su disco homónimo, Deep Purple decidieron replantearse su carrera y dar un giro hacia sonidos más duros. Para ello decidieron echar a Rod Evans y al bajista Nick Simper por creer que no encajarían en este cambio, y ficharon en su lugar a Ian Gillan y Roger Glover.

No obstante, resulta irónico que justo cuando decidieran emprender este giro lo primero que grabaran fuera su Concerto for Group and Orchestra. Este disco fue importantísimo en su momento por ser el último paso natural en la exploración por parte de Lord de una combinación entre rock y música clásica llevada a sus últimas consecuencias. No solo fue un paso importante para Deep Purple sino para la historia del rock, abriendo el camino para tantas colaboraciones de artistas de rock con grandes orquestas (aquí que juzgue cada uno si eso fue bueno o malo). Por fin se consiguió que rock y música clásica se unieran definitivamente. 


A quien no le hizo mucha gracia esto fue a Gillan, que había entrado en el grupo bajo el pretexto de que querían hacer rock duro y lo primero que se encontró fue un disco grabado en vivo con una filarmónica. No había por qué preocuparse, Blackmore estaba también deseoso de tirar hacia el hard-rock y en su siguientes obra iniciaron la etapa clásica del grupo, en que su sonido tan 60s con toques clásicos desapareció por completo en favor del rock duro, pasando el protagonismo de John Lord a Ritchie Blackmore e Ian Gillan.

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