Woodstock 69 es uno de los grandes símbolos emblemáticos del rock, el festival por excelencia, el gran acontecimiento de los 60. Y desde luego el cartel de artistas que congregó es una maravilla, pero en lugar de dedicarme a babear durante párrafos sobre cómo moló Woodstock y que ojalá hubiera estado ahí, voy a defender una idea que tengo desde hace bastante tiempo, y es que Woodstock 69 ha sido mitificado en exceso.
De hecho, aunque hoy día se le considera como el gran festival emblemático del espíritu de los 60, no fue así en su época. En aquel entonces, el gran festival representativo de los 60 y que se consideró que marcó un antes y después fue el Monterey Pop Festival del 67. ¿Por qué entonces hoy día es mucho más recordado Woodstock? Yo me atrevería a decir que por algo muy simple: por la película del festival. De hecho, no soy el único que piensa así, he leído a gente que vivió aquellos años afirmando que en su momento lo consideraron otro festival más, y que no fue hasta que se estrenó la película que adquirió este estatus mítico.
Antes de empezar a despreciarme y considerarme un pedante, estimado lector, quiero remarcar que: A) considero que en Woodstock hubo no pocas actuaciones brutales y B) me habría gustado estar allí aún pese a ciertos detalles que mencionaré seguidamente. Bien, continuemos.
Woodstock 69 no es el momento emblema del hippismo y la contracultura, de hecho en 1969 ambos movimientos ya empezaban a estar de capa caída. Ese mérito le pertenecería seguramente al Monterey Pop Festival del 1967, que cronológicamente surgió en pleno auge de esa escena. Woodstock representa más bien el momento cumbre de esos movimientos como moda. Cuando la gente ve en el film de Woodstock todos esos hippies viviendo en armonía, practicando el amor libre y predicando la paz para cambiar el mundo seguramente piense en lo guay que fue el hippismo y sus ideales mientras duraron. Yo cuando veo eso me pregunto donde estaban todos esos tíos tan solo 1 o 2 años después, cuando ese movimiento ya desapareció. ¿No lo sabéis? Ya os lo digo yo: retomaron sus carreras en la universidad después de haber jugado un poco a ser rebeldes antisistema e hincharse a marihuana y se convirtieron en los futuros yuppies de los 80, que seguramente votaron a Ronald Reagan y recuerdan esos años como un entrañable y vergonzoso error de juventud. O simplemente se quedaron en pequeños empleos manteniendo esa actitud liberal frente al capitalismo pero desde la comodidad de un hogar con televisión y coche.
Eso es Woodstock, ese movimiento contracultural que en un principio era legítimo y lleno de esperanzas convertido en una moda, de ahí la brutalísima asistencia masiva al festival desbordando todas las previsiones.
Por otro lado, hay un segundo aspecto de Woodstock que no es recordado tanto como se debería. Uno de los motivos por los que fue algo tan memorable para sus organizadores es porque no murió casi nadie. Tal cual suena. Porque fue tal caos organizativo (y eso el film lo refleja muy bien) que si no hubo una revuelta ni ninguna desgracia masiva, fue por pura potra.
Pero la realidad es que el festival fue un auténtico peligro. El momento en que cayó una fuerte lluvia, más de uno se temió que todo el entramado eléctrico que había mal montado sobre el escenario provocara una desgracia. Por suerte no fue así. La gente nadaba en barro, no había servicios mínimos para todos porque no se preveía tal afluencia de público, y sin embargo no hubo ninguna protesta general. Eso sí que es muy 60s, y por desgracia es el único aspecto de Woodstock que parece haber llegado hoy día a los festivales de rock de este país.
Como curiosidad, un hecho muy poco difundido sobre el festival es que murieron 2 personas en él: una por sobredosis (¡sólo una! ni los organizadores se lo podían creer) y otra atropellada por un tractor (!!!). Pero lo cierto es que en su momento se temió un número muchísimo mayor de accidentes y desgracias.
El motivo de tal desastre en temas de planificación es que los organizadores no esperaban una asistencia tan masiva, que se desbordó cuando decidieron dejar de cobrar entrada y dejar que entraran gratis. Como no había control sobre la gente que acudió al ser gratuito, es difícil estimar la cifra de asistentes, pero se dice que fue entre 400.000 y 500.000 personas.
Volviendo al tema de la organización, muchos se fueron el tercer día antes de ver la actuación de Hendrix (uno de los principales reclamos) seguramente porque debía ser agotador vivir más de dos días en condiciones infrahumanas salvadas únicamente por el paz y el amor que proporcionaban las drogas y algunos revolcones con hermanos/as hippies.
En estos años de navegar por la red me encontré un día en un foro la opinión de un tipo cuyo padre fue a Woodstock. Éste le dijo que lejos de ser eso tan guay que se veía en la película, fue una experiencia muy poco gratificante. Dijo que los conciertos no se oían bien, que acabó echo un asco por la lluvia y las pésimas condiciones en que se encontraban y que por ello él y sus amigos decidieron irse a mitad del segundo día.
Puede que ésta no sea la opinión generalizada de todos los que fueron y que incluso la mayoría saliera de ahí satisfecho, pero creo que es un punto de vista a no desdeñar en absoluto porque refleja la otra cara del festival, que se intuye claramente en la película pero no se suele mencionar.
Así pues... sí, me habría encantado estar ahí por las geniales actuaciones... pero sólo por eso. Y puestos a elegir creo que escogería otros festivales de menos renombre pero con carteles igual de atrayentes.