viernes, 22 de febrero de 2013

Sigur Rós - Sant Jordi Club (16 de Febrero del 2013)


Aunque no soy el mayor fan de Sigur Rós del mundo, hace tiempo que quería verlos en directo, ya que sus conciertos tienen muy buena fama y su música me gusta bastante como para que sea todo un aliciente poder verla en vivo. Por otro lado, el precioso documental Heima no hace sino subir las expectativas respecto a lo que pueden ofrecernos los islandeses en concierto.

El 2008 ya vinieron a Barcelona pero no sé por qué motivo no fui a verlos, de hecho ni recordaba que hubieran venido, así que quizá no me enteré o no tenía nada de dinero y lo olvidé enseguida al no poder ni planteármelo. El caso es que cuando anunciaron su única fecha en España para esta gira decidí que no se me escaparían más. Como aliciente añadido, no se trataba de un tour presentando disco (el último que han hecho no me ha matado demasiado) sino que iba a ser una gira con nueva una puesta en escena donde por tanto picotearían a lo largo de toda su discografía.

Después de soportar estoicamente la cola con el frío de febrero, entramos en un Sant Jordi Club que había agotado entradas y nos encontramos el escenario oculto tras un telón blanco semitransparente donde a las 20:30 salió el telonero a deleitarnos con su recital de música electrónica. No quiero ser demasiado cruel porque puede que al fin y al cabo el hombre en cuestión sea un buen tipo que intenta ganarse la vida honradamente, pero mentiría si no dijera que fue el peor telonero que he soportado en mi vida. No es solo que yo personalmente aborrezca la música electrónica, es que incluso desde la distancia soy incapaz de entender como alguien podría encontrar cierto interés al batiburrillo de samples que nos ofreció.

Bueno, olvidémosle a él y pasemos a los que realmente nos interesan. A día de hoy los tres componentes de Sigur Rós (su teclista les dejó poco antes de empezar el tour) están acompañados de ocho músicos más que fueron un complemento fundamental: dos multiinstrumentistas que se alternan en la percusión, teclados y guitarras; tres violinistas y tres encargados de los instrumentos de viento.
El otro gran complemento fueron los audiovisuales de los que se acompañaron. Sigur Rós son plenamente conscientes del poder evocador de su música y siempre han cuidado mucho la imaginería visual que le ha acompañado. En este caso el escenario estaba lleno de bombillas que iban encendiendo y apagando según la intimidad del momento, y además proyectaban imágenes de fondo en una pantalla panorámica. Aparte, en los tres primeros temas, la banda se quedó tras el telón semitransparente sobre el que se proyectaban imágenes, consiguiendo un efecto fantástico que no me habría importado que durara más.


En lo que se refiere a la música, empezaré de forma algo crítica diciendo que no me gustó del todo cómo empezaron el show. El tema inicial es una composición nueva, "Yfirborð", que está bien pero palidece al lado del resto del setlist y que, en todo caso, no me pega para abrir el concierto. El resto del show a cambio no deparó muchas sorpresas con un setlist que se centraba en sus tres grandes discos, Ágætis byrjun, ( ) y Takk.... De sus dos últimos discos de estudio rescataron sólo una canción de cada uno (destacando para mi gusto la balada intimista "Fljótavík") y además ofrecieron un segundo tema nuevo bastante mejor que el primero llamado "Kveikur", con el que cerraron el set principal y que los devuelve a su faceta más contundente.

Así pues, para mí el concierto empezó a arrancar a partir del segundo y tercer temas, "Vaka" y "Ný Batterí" del ( ) y Ágætis byrjun respectivamente. A partir de aquí la banda se desenvolvió sin problemas alternando hermosos pasajes respetados (¡increíblemente!) por un público entregado y silencioso, junto a otros llenos de rabiosa intensidad. El disco por el que apostaron más fue Takk... del que cayeron cuatro de sus mejores temas. Para mí destacó una intensísima y colosal "Sæglópur" que la garganta de Jón despachó sin problemas incluso en sus tonos más altos y la preciosa "Glósóli", quizá el que mejor combina el sonido etéreo del grupo con sus pasajes de furia.
Por otro lado, el clásico y optimista "Hoppípolla" fue el que gozó de una mayor ovación del público y tuvo un acompañamiento visual muy bello, con imágenes de luces moviéndose como cometas en el cielo.


Cuando la banda abandonó el escenario se me hizo extraño pero al consultar el reloj vi que llevaban ya hora y media, pero se me había pasado tan rápido que ni me di cuenta. El bis fue absolutamente infalible. Abrieron con uno de sus grandes clásicos (y por muy típica que sea, mi favorita del grupo), "Svefn-g-englar", que puso los pelos de punta en el momento en que Jón se quedó cantando casi a cappella a mitad del tema poniéndose la guitarra en la cara para que su voz pareciera más lejana. Inolvidable.
El cierre era, cómo no, "Popplagið" un tema del ( ) con el que acaban todos sus conciertos, y no es difícil saber por qué. El intensísimo y furioso segmento instrumental final es pura adrenalina, Jón se desata a la guitarra lanzando el micrófono al foso y el batería Orri golpea la batería desbocado. Realmente algo así es difícil de superar.
El público ovacionó pletórico a la banda, que salió dos veces a saludar, pero por desgracia parece ser que su tradición es acabar siempre con ese tema y no hubo segundo bis.

Para mi gusto se dejaron en el tintero tres de sus mejores canciones, pero había dos con las cuales no contaba porque (incomprensiblemente bajo mi punto de vista) me consta que no suelen interpretarlas en directo: "Mílanó" del Takk... (¿nadie más cree que es una de sus mejores composiciones?) y "Viorar Vel Til Loftarasa" de su segundo álbum. En cambio sí que tenía esperanzas depositadas en escuchar la hermosa "Sé Lest", ya que en el documental del grupo la interpretaban muy bien en vivo y al contar con instrumentos de viento y un segundo percusionista podrían salir airosos fácilmente con la parte final en que se oye una orquesta.

En todo caso dudo que nadie saliera decepcionado o que no se plantee repetir si vuelven por aquí. Yo mismo sin ser un fanático de la banda (sólo conozco a fondo sus tres grandes discos) no lo dudaré. Ya de por sí la interpretación musical es excelente, pero sumada al poderoso acompañamiento visual, la experiencia es sencillamente mágica.

Sólo me queda por agradecerles el cuidado y la entrega con que desarrollaron el concierto con un sencillo Takk.

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