martes, 2 de diciembre de 2014

John Mayall - Liceu de Barcelona, 18 de Noviembre del 2014

Ver a un músico en un tour dedicado a celebrar su 80º aniversario tiene su mérito. Pero más aún lo tiene que sobre el escenario uno le eche fácilmente 20 años menos y que se mueva con toda soltura (a diferencia del recientemente fallecido Johnny Winter, a quien se le notaba la edad sobre el escenario), más aún. Ese es el caso del infatigable John Mayall.


Sé que el lector pensará que tengo manía a Eric Clapton, y le aseguro que no es así, que es uno de mis guitarristas favoritos y que me gustaría volver a verle en vivo, pero el caso es que es inevitable hacer comparaciones. Por un lado tenemos al que fuera alumno de Mayall (lo que no quita que luego le superara, ojo), perteneciente a una generación más joven y que a día de hoy gira en grandes recintos con una numerosa banda de musicazos que le permite estar más acomodado, además de plantearse a los 60 y pocos retirarse de una vez (en su autobiografía ya lo dejaba caer, desde entonces lo ha vuelto a dar a entender en varias ocasiones). Por el otro está el que fue el maestro de Clapton y otras luminarias que alcanzarían el éxito con otras bandas, el señor John Mayall, que a sus 80 años recién cumplidos y sin atisbos de querer jubilarse gira con una sencilla banda (batería, bajo y guitarrista) por salas y parece disfrutar aún del contacto con el público. No planteo esto en detrimento de Clapton, quien si sigue en activo a su edad y con su fortuna es porque le sigue agradando su profesión aunque no lo demuestre, sino para enaltecer a Mayall.


Porque, repito, con sus 80 años, sigue siendo un profesional como la copa de un pino y no una vieja gloria a la que uno debe ver con cierta condescendencia por eso de "para lo mayor que está lo hace muy bien". Porque el tipo lleva un mes haciendo un intenso tour que va ¡a casi concierto por día! (mirando en la web, después del concierto de Barcelona que yo vi le espera una semana de un concierto cada día con solo uno de descanso, en las fechas anteriores lleva siguiendo un ritmo similar). Porque en su último concierto en el Liceu tocó hora y media directo al grano. Sin largos discursos, agradecía al público el recibimiento, anunciaba cada tema y de qué disco venía, además de su compositor si era una versión, y punto. Y porque el tipo se permitió un setlist que no iba a lo fácil, con solo un tema del famoso disco de Clapton y ni uno del más célebre de su carrera, el directo The Turning Point (además parece ser que suele cambiar bastante el setlist en cada concierto, es decir que no se apoya en un listado de canciones fijas). Y curiosamente no lo lamenté, porque lo bueno de Mayall es que aunque rescate temas de discos más modernos, siempre se ha mantenido dentro del blues y en directo todas las canciones salen bien paradas (la mejor del concierto de hecho fue una que no conocía de nada, "Chicago Line", con una larga improvisación y solos de bajo).

A Mayall se le veía motivado, encarando cada canción con ganas y dejando generosamente que los miembros de su banda se explayaran (Rocky Athas a la guitarra, Jay Davenport a la batería y Greg Rzab al bajo). Habrá quien crea que los músicos deben jubilarse al llegar a cierta edad, pero para mí Mayall es el ejemplo de lo que debería ser una respetable leyenda de blues que quiere seguir en activo: un tipo que sigue girando infatigable, él solo con sus tres músicos y sus canciones. Nada más.

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