Después de un mes de forzada inactividad, he decidido regresar a lo grande con un álbum absolutamente esencial a mi parecer como es el Carolina Dreams (1977) de la Marshall Tucker Band. De entrada sorprende que uno de sus mejores discos (¡o el mejor!) sea el sexto de su carrera, surgido en una época en que los dos grandes grupos emblemáticos del género ya habían perdido su fuerza: Lynyrd Skynyrd habían sufrido el famoso accidente de avión y los Allman estaban de capa caída. De hecho en esos años estaban debutando una segunda generación de bandas de rock sureño como 38 Special o Molly Hatchet destinadas a tomar el relevo de esa primera tanda de bandas entre las que se encontraban la propia Marshall Tucker Band. Y aún así, con cinco álbums tras sus espaldas, la banda liderada por el guitarrista Toy Caldwell se sacó de la manga la que está considerada una de sus más grandes obras, opinión que mantengo a juzgar por lo que he oído de ellos (sólo A New Life creo que podría competir con éste en cuanto a calidad).
Y los ingredientes en realidad no dejan de ser los mismos, los que hicieron de la Marshall Tucker Band una banda tan especial, la mejor que ha dado el rock sureño junto a los Allman desde mi modesto punto de vista. Si los Allman proponían un enfoque al rock sureño desde el blues y los Lynyrd Skynyrd desde el hard-rock tradicional, nuestros amigos Marshall Tucker lo hacían con un enfoque más jazzístico. Y no sólo por incluir a un músico que se dedicaba a los instrumentos de viento, Jerry Eubanks, sino por la manera como enfocan la mayoría de sus composiciones. A menudo partían pues de una melodía concreta que daba paso a una serie de solos de cada miembro del grupo: las guitarras, el piano y el saxofon. La manera como cada uno daba paso al otro a menudo me recuerda a las composiciones jazz en que se hace exactamente lo mismo. Fíjense por ejemplo como siguen esa estructura en la magistral "Heard It in a Love Song", el gran hit del disco.
Pero más allá de ese detalle, y rompiendo con el tópico de sureños rudos y primarios (lo que no quiere decir que no lo fueran en su faceta extramusical, como sí parece que sucedía), este grupo destacaba para mi gusto por tener una sensibilidad y delicadeza especiales al mismo tiempo que no perdían las señas de identidad de su estilo musical. Y quizá es en Carolina Dreams donde más se puede notar ese estilo personal y por ello siento tanta debilidad por este disco. Es una obra que me pone instantáneamente de buen humor y que por algún motivo siempre se me antoja recuperar en esta época del año, en primavera.
Aparte del tema mencionado, gemas como la inicial "Fly Like an Eagle" (nada que ver con el tema de Steve Miller del año anterior) o "Life in a Song" creo que son la esencia del rock sureño más buenrollista pero sin perder ni un ápice de calidad, especialmente en el trabajo del infravaloradísimo Toy Caldwell a las guitarras.
Mis otras composiciones favoritas serían las más lentas "I Should Have Never Started Lovin' You" (absolutamente tremenda) y la última "Tell It to the Devil", un cierre que siempre me ha gustado especialmente.
Entre los invitados en la grabación del disco está un viejo amigo, Charlie Daniels, y dos colegas de los Allman Brothers como Chuck Leavell y Jaimoe. Al final todo queda en familia, en la gran familia del rock sureño de los 70s.
Imprescindible.