sábado, 21 de septiembre de 2013

David Bowie, artista anónimo

David Bowie, aparte de ser uno de los más grandes artistas de la historia del rock es un personaje muy interesante y lleno de contradicciones. En toda su carrera siempre ha basculado entre un tipo de música exitosa que le diera la fama y su querencia hacia ciertos sonidos y grupos más underground. Hacer un disco como Ziggy Stardust en aquella época era una maniobra muy inteligente a nivel comercial (obviamente eso no tiene nada que ver con su calidad), pero el tocar "White Light/White Heat" en todos los conciertos cuando por entonces nadie conocía la Velvet Underground demostraba sus inquietudes artísticas.

Del mismo modo, aún siendo un artista interesado en proyectar su imagen y alcanzar la fama, ha habido un par de ocasiones muy curiosas en que ha hecho el amago de huir de la fama y querer refugiarse en la humildad del anonimato.


La primera tuvo lugar a finales de los 70 con su exilio a Berlín. Como es de sobras conocido, en aquella época Bowie estaba tocando fondo en Los Ángeles debido a su drogadicción y falta de control sobre su situación personal, así que se fue a Berlín un tiempo para cambiar de aires y de paso impregnarse de las influencias de la capital germana para dar uno de los saltos artísticos más apasionantes de su carrera. Consigo se trajo como mascota a Iggy Pop, por entonces un desecho humano que quería rehabilitarse y emprender una carrera en solitario. Bowie le ayudaría en la grabación de sus dos primeros discos, The Idiot y Lust for Life, pero lo que no es tan conocido es que además luego giró con Iggy en el tour que hizo en el 77 como un miembro más de la banda.

Resulta bizarro que el protagonista de los conciertos, Iggy, fuera mucho menos conocido que el que oficialmente era simplemente el teclista y corista de la banda, David Bowie, pero así fue. Imaginen la escena: Iggy desbocado por el escenario y al fondo Bowie aporreando el teclado indiferente sin buscar ningún protagonismo, simplemente como un músico más. Imagino que la razón de ser de esto era la necesidad de Bowie de evadirse un poco del frenético ritmo de vida de estrella que llevó en los últimos 5 años y que casi acaba con él, una forma de volver a  dedicarse a la música sin preocuparse por ser el centro de atención.


Saltemos diez años adelante. Entre medio habían pasado muchas cosas en el universo Bowie. De entrada se encontró en el cambio de década arruinado después de tantos años produciendo éxitos de ventas y tours interminables. Frustrado, con un hijo al que mantener y después de unos últimos discos más experimentales que fueron celebrados por la crítica pero no el público, Bowie decidió mandar todo a la porra y dedicarse a sacar dinero. Ni más ni menos. No se le puede reprochar nada: había triunfado ya con creces y había perdido todo, había demostrado inquietudes artísticas pero esos discos no vendieron bien. ¿Qué hacer ante una situación así? Pues ir a lo fácil: en los 80 Bowie se convirtió en una máquina de hacer dinero. No sólo grabó una serie de discos que se arrimaban descaradamente a los sonidos más de moda de la época sino que se sumergió de pleno en toda la vorágine promocional de la época: videoclips de lujo, continuas entrevistas, tours gigantescos y excesivos en estadios (teniendo de improbable guitarrista en uno de ellos a ¿¿¡¡Peter Frampton!!??), colaboraciones con otros artistas reputados (¿recuerdan el "Dancing in the Streets" con Mick Jagger?), etc. 

Funcionó, en esos años Bowie ganó dinero para el resto de su vida compensando con creces todo lo que había perdido en los 70. A cambio había renunciado a su integridad artística y más adelante llegaría a reconocer avergonzado que no se sentía orgulloso de lo que había hecho en esos años. Para compensarlo, a finales de los 80 tomó una bizarrísima decisión: se le ocurrió formar un grupo de rock llamado Tin Machine en que él sería "un miembro más de la banda". No solo renunciaba al horrible pop de sintetizadores volviendo a sus raíces rock, sino que para purgarse por la comercialidad en que había caído decidía renunciar al protagonismo e intentar esconderse como si no fuera más que "el cantante y guitarrista de Tin Machine". 

Como podéis ver, para que no le reconocieran, Bowie se dejó perilla en aquellos años.

Obviamente a estas alturas no colaba, y habrá quien sospeche que no se trataba más que una de sus muchas maniobras comerciales quizá oliéndose los cambios que estaban a punto de producirse en el mundo del rock. Sea verdad o no, él fue consecuente con su idea y grabó dos discos bajo el nombre de Tin Machine sin usar su nombre en ellos. Aunque los promotores insistían en anunciar los conciertos que la banda daba en pequeños locales como "la nueva banda de David Bowie", éste se empeñaba en que se anunciasen como Tin Machine a secas. El repertorio por otro lado no incluía ningún tema de su carrera anterior a Tin Machine, y sí muchas versiones incluyendo algunas de artistas poco conocidos por entonces a los que ya tenía echado el ojo, como los Pixies (aún por entonces el bastardo estaba muy al tanto de lo que se cocía en el underground).

Obviamente, como ya he dicho, no coló porque la gente se interesaba por Bowie no por la banda, y el propio Bowie no tardaría en recuperar su carrera en solitario. Una de dos, o Bowie picó de ingenuo o fue otra maquiavélica estrategia publicitaria para compensar tantos años entregado al comercialismo más descarado. En todo caso son dos episodios de lo más curiosos dentro de la carrera de Bowie.

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