No hay derecho, no, no lo hay. ¿Acaso se piensa Robert Fripp, líder y guitarrista de King Crimson que le vamos a permitir algo así? Más de veinte años siguiendo al pie de la letra la filosofía crimsoniana de mirar siempre para adelante, nunca hacia atrás. Basando los setlists de sus conciertos en sus últimos discos y dejando la época más conocida y apreciada por el gran público, los 70, en una o dos canciones testimoniales (en su última gira por España creo que solo tocaba "Red" y como bis simbólico, casi como quien da a los perros las sobras de la comida por pena). Diciendo textualmente en entrevistas que nada le repugnaría más que volver al material de sus primeras obras. Cambiando continuamente de formación y de concepto para evitar quedarse estancado. Más de veinte años así... y de repente el año pasado se embarcó en un tour americano con un setlist repleto de ¡¡temas clásicos!! ¡¡Canciones que no se tocaban desde principios de los 70!! ¿Qué mosca le ha picado, señor Fripp?
Resulta que ahora Fripp es un hombre feliz, en palabras suyas. Aparece en un concurso televisivo con su mujer dejándonos a los fans sin palabras (¿es ése el creador de "Fracture" famoso por lo exigente y duro que era trabajar con él? Vean el vídeo, a mí me parece acojonante). Actualiza un blog en el que nos da noticias sobre un conejito blanco que ha adoptado como mascota. Y vuelve a tocar temas antiguos.
En realidad a estas alturas la decisión de volver a sus clásicos podría verse como algo más subversivo que seguir sin mirar al pasado. Quiero decir, no frecuento foros de rock progresivo pero nada podría molestar a sus fans más radicales que esto (aun cuando en el fondo muchos matarían por escuchar esos temas en directo). Pero lo que sucede es que sencillamente el propio Fripp ha reconocido que le agotaba esa norma autoimpuesta de mirar siempre hacia adelante y no tirar del pasado. Y supongo que como cambio refrescante se le ocurrió montar una nueva formación y desempolvar esos viejos temas que, vistos ahora con perspectiva (hablo desde su punto de vista, claro), tampoco estaban tan mal.
He aquí la nueva formación: Robert (obvio), Jakko Jakszyk a la voz y guitarra, Tony Levin al bajo, Mel Collins a los instrumentos de viento y no uno ni dos, sino tres baterías, Bill Rieflin, Gavin Harrison y Pat Mastelotto - la cabra que vieron en la foto no pudo salir de tour por desacuerdos con su manager. Dos cosas interesantes que ya debieron dar pistas a los fans sobre por dónde irían los tiros: el retorno histórico de un miembro de los King Crimson de los 70, Mel Collins, y la primera vez en 30 años que Fripp trabaja en King Crimson sin el guitarrista Adrian Belew, que es el otro gran artífice de los Crimson post-70s. Como curiosidad adicional, en esta gira las tres baterías estaban en primer plano y el resto de la banda al fondo, lo cual dice mucho sobre el enfoque pensado por Fripp.
Cuando un servidor vio los setlists que dieron esta gente en América el 2014 y supe que harían un tour por Europa, decidí que eso era algo que no podía perderme y me dirigí hacia París confiando en que la selección de canciones seguiría siendo la misma (ya que yo no soy un verdadero fan de King Crimson y lo que me motiva son sus discos de los 70, lo siento, amigos).
Las expectativas que tenía era tan elevadas que temía que virtualmente el concierto no pudiera estar a la altura de lo esperado. El extraño inicio algo anticlimático no hizo más que aumentar mis nervios: cuando aún faltaba bastante gente para sentarse salió un tipo a decirnos que oiríamos una composición de Robert Fripp, y nos pusieron una grabación ambiental de unos 20 minutos bastante repetitiva que todos nos pensábamos que sería la intro. Pero no, acabó el tema y nos dijeron que teníamos 10 minutos de descanso. Al parecer esa grabación era el telonero.
Ahora parecía que sí. Una introducción grabada por el grupo nos pedía que por favor no hiciéramos fotos ni vídeos del concierto, que disfrutáramos del espectáculo tranquilamente y no a través de la diminuta pantalla del móvil... no era en el tono molesto que uno esperaría de Fripp (conozco una anécdota de años atrás en un concierto en que abandonó el escenario después de que alguien le hiciera una foto con flash), sino más bien divertido y amable. Y entonces salió la banda y pudimos verle a él, al famoso Fripp... que contra todo pronóstico parecía un anciano tímido pero ligeramente simpático, que lanzó una mirada a todo el público como sorprendiéndose de que hubiera tanta gente, para después acomodarse en su asiento, en un rincón, del que no se movería en todo el show. Mientras tanto sonaba como introducción el final del tema "Islands" en que se escucha una conversación en el estudio.
Y después de que los miembros de la banda juguetearan un poco con los instrumentos marcado el clímax inicial, Fripp empezó a insinuar con su guitarra esa inconfundible melodía que en el estudio hacía un violín y que daba pie a "Larks' Tongues in Aspic, Part One". En el momento en que entró el furioso riff casi de heavy metal quedó claro de qué iba la cosa. Cuando Mel Collins reemplazó a la perfección el solo de violín por uno de flauta se despejó cualquier duda sobre cómo se adaptaría a las canciones. La acústica del recinto era perfecta: las tres baterías se adueñaban de buena parte del protagonismo pero no tapaban al resto de instrumentos. Sencillamente todo parecía indicar que sería una noche memorable y lo fue.
De hecho, hablando claro, para mí ha sido uno de los mejores conciertos que he visto en los últimos años. La primera parte del concierto se centraba en temas nuevos o de discos de los 90 que desconocía en su mayor parte salvo "VROOOM", y no se me hizo nada aburrida. Solo hubo un tema de todo el concierto, "The Light of the Day", que me diera la sensación de bajón. El resto solo por disfrutar de sus interpretaciones me hicieron disfrutar muchísimo, y creo que ésa fue la clave del concierto. Rock progresivo en su máxima expresión.
Solo con presenciar la interacción de los tres baterías uno podía quedarse embelesado. Es algo que jamás había visto: la coordinación tan precisa entre los tres y la forma como, en un mismo tema, pasaban a desmarcarse centrándose cada uno en unas partes de percusión concretas, pero sin exhibicionismos, dándole a los temas aún mayor riqueza. Era algo asombroso.
Si ya con las canciones me tuvieron ganado, con la ración de clásicos (que no nos engañemos, es a lo que habíamos venido) toqué el cielo: una furiosa "Pictures of a City" con un solo de saxofón que le valió un aplauso al veterano Mel Collins, las infalibles "Easy Money" o "One More Red Nightmare" y los dos temas del Islands, sin duda de los momentos cumbre de la noche.
Un par de sorpresas: dos temas inesperados del adorado debut del grupo que no esperaba en absoluto porque no las tocaban en Norteamérica y porque no veía cómo las tocarían sin mellotron, "Epitaph" e "In the Court of the Crimson King". Bien, el truco estaba en que uno de los baterías, Bill Rieflin, tocaba el teclado en algunos temas dejando "solos" a los dos baterías. De modo que cuando escuché el inicio de "Epitaph" a medio concierto literalmente no me lo pude creer. Sé que es el tema típico que gusta a gente que no es fan del grupo, pero yo lo adoro igualmente y me emocionó mucho. Lo mismo digo del inicio del bis con esa inconfundible melodía evocándonos la corte del rey carmesí. ¿Cómo podía Fripp dejar temas tan buenos de lado y quedarse tan tranquilo durante décadas?
El fin del concierto principal era la esperadísima "Starless", con toda seguridad el momento cumbre de la noche porque con una canción tan perfecta y tan dada a ser bordada en directo por una buena banda no podía salir mal. El final del tema con el escenario oscurecido y la banda iluminada en un tono rojizo fue de pelos de punta. Y por supuesto qué mejor desenlace para la velada que la furiosa "21st Century Schizoid Man". Solo un pequeño reproche: introducir en medio un solo de batería individual de Gavin Harrison - durante todo el concierto hicieron algunos solos los tres baterías a la vez que eran una pasada, ¿qué sentido tiene introducir uno individual al final? - que además reemplazó el solo de guitarra (!). Pero bah, se lo perdono tras una noche tan inolvidable.
Sí, amigos, Robert Fripp ahora es feliz y, gracias a eso, yo un poco más también.
Larks' Tongues in Aspic, Part One
VROOOM
Radical Action (To Unseat the Hold of Monkey Mind)
Meltdown
Hell Hounds of Krim
Suitable Grounds for the Blues
The ConstruKction of Light
Interlude
Pictures of a City
Epitaph
Banshee Legs Bell Hassle
Easy Money
The Letters
Sailor's Tale
The Light of Day
One More Red Nightmare
Starless
Devil Dogs Of Tessellation Row
The Court of the Crimson King
21st Century Schizoid Man
PD: habrán notado que he llenado el artículo de fotos del conejo de Robert Fripp. No hay explicación para ello.