A la hora de escoger el mejor disco de la Creedence Clearwater Revival son bastante diversas las opciones por las que suelen decantarse los fans. Si bien quizá el más mítico es Cosmo's Factory (1970), no falta gente que prefiere el Willy and the Poor Boys (1969) - como un servidor - o el Green River (1969), incluso el que yo considero el menos acertado de su época clásica, Pendulum (1970), es el favorito de muchos. Pero así como no hay unanimidad para escoger el predilecto, sí que la hay a la hora de decidir el peor, y ése es Mardi Gras (1972). A día de hoy no he leído a NADIE que no lo considere el álbum más flojo de su carrera, y eso quiere decir necesariamente que la diferencia cualitativa respecto a los anteriores será muy marcada.
Por ello a la hora de enfrentarme a este disco del cual el propio John Fogerty reniega iba con las expectativas por los suelos y mi interés por él era únicamente completista. Pero, ay amigos, por suerte la realidad es que no se trata ni mucho menos de un mal álbum, simplemente es un disco flojo que palidece aún más al lado de una discografía hasta entonces intachable. No voy a reivindicarlo como una joya infravalorada, porque no es así en absoluto, pero aunque no me agrada puntuar discos con números digamos que me parece que le pondría una nota alrededor del 6, lo cual no es en absoluto el suspenso que muchos proclaman.
Lo que ya me mosquea más son las circunstancias que hacen que este sea su álbum más flojo. Si el motivo fuera simplemente el agotamiento creativo del líder del grupo, John Fogerty, creo que nadie se lo echaría en cara. Después de todo en 3 años había grabado 6 discos impecables repletos de clásicos absolutos por doquier. Pero no, el problema de Mardi Gras fue una estúpida batalla que se montó él solito para satisfacción de su propio ego personal.
Todo surgió a raíz de las tensiones que se generaron en el seno del grupo durante su edad de oro. El bajista Stu Cook, el batería Doug Clifford y, sobre todo, el guitarrista Tom Fogerty (hermano de John) le reprochaban al cantante y líder que no les dejaran participar en la composición de temas. Efectivamente, John se había impuesto como único compositor y líder absoluto de la banda, algo que molestaba sobre todo a su hermano Tom, quien quería también meter mano en la creación de canciones. No obstante, John no dio su brazo a torcer: argumentaba que él era el que tenía mano para crear canciones mayúsculas que les llevarían a la fama y que dejarles participar a ellos haría que la calidad del grupo se resintiera. Era una afirmación bastante arrogante pero quizá tenía razón, puesto que su talento como compositor era excepcional.
En la época del sexto disco del grupo, Pendulum (1970), Tom ya había hecho algún amago de largarse harto del incesante ritmo de trabajo que imponía su hermano y de que no le dejara participar en modo alguno como compositor. Pero fue justo al acabar ese álbum cuando Tom decidió largarse de forma definitiva. Después de tres años seguidos grabando discos sin parar, en 1971 el mundo no vio un nuevo álbum de la Creedence.
Aunque John era el líder absoluto de la banda, la marcha de Tom acabó afectando de forma al grupo ni que sea de forma indirecta. De entrada decidieron que antes que fichar a otro guitarrista seguirían en formato trío. Adiós al juego de guitarras de la banda, quien en prácticamente cada álbum insertaban siempre un tema más largo donde los dos hermanos brillaban como excelsos guitarristas. Pero eso no fue lo peor de todo, ya que aquí John cometió una estupidez mayúscula. Molesto por esas recriminaciones de ser un dictador, le dijo a Doug y Stu que si tantas ganas tenían todos de aportar composiciones al grupo, perfecto, ahora sería el momento de hacerlo. Pero no era una amable invitación, sino una exigencia: él solo compondría una tercera parte de composiciones del nuevo disco, y los otros dos tendrían que llenar las otras dos terceras partes tanto si querían como si no. La idea no les gustó ni a Doug ni a Stu, ya que seguramente lo que querían era aportar algún tema suelto por disco o contribuir como co-autores de algunas canciones del resto (de hecho el que tenía más que aportar en el aspecto compositivo era Tom, quien acababa de irse), pero John se mostró inflexible: si no cumplían esa condición, disolvería el grupo.
He aquí la causa de que Mardi Gras sea tan flojo, es un disco arruinado por su propio creador, quien quiso demostrar que si no dejaba componer al resto es porque el único genio del grupo era él, y para ello estaba dispuesto a sabotear su propio álbum. ¿No es maravilloso? Efectivamente, debemos darle la razón: el disco flojea por las contribuciones del resto, pero se podría haber ahorrado la demostración. De hecho, su inquina llegó al punto de exigir no solo que compusieran dos terceras partes del disco a dos músicos que no tenían experiencia en la materia, sino que los cantaran ellos. Aquí es donde más se nota que la estrategia de Mardi Gras se hizo con toda la mala leche del mundo, después de todo si John Fogerty era el cantante del grupo y poseía una voz inconfundible e irreconocible, ¿a qué venía negarse a cantar los temas de ellos? Seguramente a que no quería que se asociara su voz a esas composiciones mediocres y que se arruinaran ellos solos.
El resultado es por tanto un disco apagado y que deja completamente a medias. No llega ni a la media hora de duración, y si bien ya sucedía eso con su obra maestra Green River (1969), ahí se podía justificar porque acababan de grabar un disco y justo después de ése vendría otro seguido. Aquí no es el caso, simplemente tenemos a unos Creedence esforzándose el mínimo posible.
Por parte de John, el gran clásico del disco es "Sweet Hitch-Hiker", un rock 'n' clásico que a mí la verdad me parece disfrutable pero algo vulgar, seguramente el single más flojo del grupo. El tema inicial "Looking for a Reason" está bastante bien y transmite un cierto buen rollo que desde luego no se correspondía con lo que sucedía en la banda. Y la tercera composición, esta vez sí, es la gran joya del álbum y una de las mejores composiciones de la Creedence, la emotivísima balada "Some Day Never Comes", el único tema del disco que realmente evoca ese espíritu del grupo que lo hace tan especial. Habría sido genial que fuera la última del álbum y acabar su carrera con una canción tan bonita, pero ni siquiera en eso acertaron:
Pasemos a los temas de Doug y Stu. Realmente no creo que sean malas canciones, pero sí flojas, los típicos temas que servirían como relleno agradable de escuchar entre temazos pero que aquí me temo que son el grueso del disco. El estilo intenta evocar el sonido de rock clásico con ramalazos country de la Creedence pero sin ser tan buenos compositores como Fogerty ni tener siquiera su voz como apoyo, de modo que realmente escuchándolos descontextualizados uno no reconoce aquí al grupo.
"Take It Like a Friend" y "Door to Door" del bajista están bien pero quedan algo arruinados por no tener una voz tan buena. "Sail Away" es mi composición favorita de las no compuestas por Fogerty, quizá porque es un tema algo ñoño al que le pega bien esa voz más carrasposa como contraste. "Need Someone to Hold" compuesta por ambos también está bastante bien pero, una vez más, pide a gritos un cantante como Fogerty. Y por último de la sección Doug Clifford, la animada "What Are You Gonna Do" está bastante bien intentando evocar el sonido Creedence, pero el country "Tearing up the Country" es la peor del álbum salvable por el solo de guitarra de Fogerty.
Para acabar de rellenar un disco tan pálido y escueto, hay una versión de "Hello Mary Lou" bastante competente aunque muy poco imaginativa que, gracias a Dios, esta vez sí se dignó a cantar John.
Se trata indudablemente del disco más flojo del grupo y un cierre de discografía bastante decepcionante. Pero oído hoy día ya sabiendo eso, no creo que sorprende negativamente a nadie. Sí que entiendo que en 1972 viniendo de tantos discos maravillosos algo como Mardi Gras debió sentar fatal en contraste, pero en todo caso no creo que sea tampoco un mal álbum, simplemente una obra floja arruinada por sus tristes circunstancias.